Pronutrientes Aromáticos en Avicultura y su uso Parte 1 y 2

Nota: Esta platica se dio durante el XXII Congreso Centroamericano y del Caribe de Avicultura en Panamá
1. SUMARIO
Las plantas contienen algunas sustancias de vital importancia para su biología cuya presencia permite, a la planta, atraer animales que ayudarán a su difusión, a la vez que son un mecanismo de defensa, frente al ataque de microorganismos, que permitirá a sus semillas perdurar en el medio ambiente.
La evolución ha condicionado, a través de estas sustancias, el comportamiento de animales así como la reproducción de las plantas. Son numerosas las substancias que la filogenética puede estudiar, en esta línea de conocimientos, pero a efectos de su aplicación en avicultura destacaremos tres: Anetol, Eugenol y Cimenol.
Anetol (C10H12O) es un compuesto aromático cuyo nombre químico es trans-1-metoxi-4-(prop-1-enil) benceno y su estructura química corresponde a un éter insaturado que también es conocido como parapropenilanilosa. Es abundante en el hinojo, anís y anís estrellado. En alimentación animal se utiliza como saborizante.
Eugenol (C10H12O2) es un compuesto aromático cuyo nombre químico es 4-allyl-2-methoxifenol y su estructura química corresponde a allylbenceno conocido como fenilpropano. Es abundante en el clavo, nuez moscada y la canela. Se usa en varias industrias como estabilizante, antioxidante y saborizante. En alimentación animal se utiliza como aromatizante.
Cimenol (C10H16) es un compuesto aromático de nombre químico 5-metil-2-isopropilfeno y su estructura química corresponde a un terpeno también llamado terpineol. Es abundante en los cítricos, tomillo y romero. Se usa por su actividad antibacteriana, antifúngica y antioxidante. En alimentación animal se usa como conservante y antioxidante.
Los nutrólogos y productores avícolas pueden utilizar las propiedades de estos compuestos naturales para la conservación del cereal y del alimento balanceado por sus propiedades antimicrobianas y antioxidantes.
2. Fisiología Aviar y su relación con el uso de pronutrientes aromáticos.
El tronco encefálico de los vertebrados esta formado por una cadena de 15 pares de ganglios, también denominados lóbulos o núcleos, que han evolucionado durante 600 millones de años desde la denominada escalera de cuerda de los anélidos. El grado de desarrollo, de cada uno de dichos pares, de una especie animal condiciona sus habilidades sensoriales y motrices.
El grado de desarrollo de cada par se mide en función de su peso relativo respecto del peso del tronco encefálico y del diámetro de los nervios craneales que emergen de cada ganglio y lo conectan con el órgano sensitivo (en el caso que nos ocupa mucosa olfativa y lengua de las aves).
El tercer par de ganglios, del tronco encefálico de las aves, corresponde a los núcleos olfativos que están conectados a la hipófisis (2º par) y al cerebro (4, 5 y 6º par). De ellos emergen los nervios olfativos que los conectan con la mucosa olfatoria. Las aves presentan un escaso desarrollo del núcleo olfativo en relación al tronco encefálico a excepción de los buitres y apterix (en estos el núcleo olfativo supera el 10% del tronco encefálico) y los nervios olfativos tienen un diámetro inferior al nervio maxilar superior (es el usado como patrón anatómico promedio).En consecuencia las aves tienen una escasa capacidad olfativa y el uso de pronutrientes aromáticos como el eugenol tiene escaso interés en la nutrición avícola.
El decimotercero (XIII) par de ganglios, del tronco encefálico de las aves, corresponde a los núcleos ambiguos que inervan los nervios gustativos del tercio posterior de la lengua, proporciona inervación secreto-motora a las glándulas salivares e inervación motora al músculo estilofaringeo. Las aves presentan un escaso desarrollo de núcleo ambiguo y los nervios gustativos tienen escaso diámetro. Además la lengua (órgano sensorial) de las aves se encuentra desprovista, casi totalmente de, papilas gustativas (la mayoría de las pocas que posee son filiformes) y no son sensibles al dulce, al amargo o al ácido. En consecuencia las aves tienen una escasa capacidad gustativa y el uso de pronutrientes aromáticos saborizantes como el anetol tiene escaso interés en la nutrición avícola.
Sin embargo tanto el primer par de ganglios (los ojos) como el segundo par de ganglios (hipófisis) están muy desarrollados en las aves y conectados entre si. De ahí la gran influencia del fotoperiodo en la reproducción aviar (programas de luz en reproductoras y ponedoras). Este desarrollo orgánico tiene como consecuencia que las aves poseen un sentido de la vista muy desarrollado y responden a determinados colores. Esto favorece, en la naturaleza, el consumo de ciertos frutos, facilitando la diseminación de las semillas de la planta, y aportando nutrientes así como antioxidantes a las aves. Para mantener en condiciones higiénicas adecuadas sus semillas, y otras partes del vegetal, las plantas también incorporan, a su composición, aceites esenciales. Se trata de mezclas de varias sustancias aromáticas biosintetizadas por las plantas, que dan el aroma característico a algunas flores, madera, frutos, hierbas, especias, semillas y tienen efectos antibacterianos y antifungicos, ahuyentan insectos depredadores y atraen insectos benéficos que contribuyen a la polinización. Los aceites esenciales contienen entre 60 y 100 componentes. Si descartamos los que tienen efectos olfativos y aromatizantes y nos concentramos en los fenoles aromáticos debemos destacar la importancia del cimenol en este grupo. En consecuencia las aves tienen una gran capacidad visual y las substancias antibacterianas y antifúngicas contenidas en los frutos y semillas han tenido gran importancia, en la evolución conjunta de plantas y aves, y tienen un gran interés en la nutrición avícola.