Principales patógenos inmunosupresores y uso de inmunoestimulantes en avicultura
Los patógenos inmunosupresores, como el virus de la enfermedad de Gumboro o Newcastle, son responsables de grandes pérdidas económicas a nivel mundial.

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Se entiende por inmunosupresión aquel estado patológico temporal o permanente de disfunción del sistema inmune, que resulta de un daño directo o indirecto al sistema inmune.
Estos estados patológicos, en los que el sistema inmunitario de los animales se encuentra mermado, favorecen la aparición de enfermedades secundarias, reducen la respuesta vacunal y afectan a los parámetros productivos de los animales. Se han descrito una gran variedad de patógenos capaces de afectar directa o indirectamente al sistema inmunitario de las aves.
En este artículo se resumen las principales enfermedades inmunosupresoras más importantes a nivel europeo (y mundial) y cómo prevenirlas adecuadamente.
Principales patógenos inmunosupresores en avicultura
Los principales patógenos inmunosupresores con interés en avicultura son de etiología viral, destacando el virus de la enfermedad de Gumboro (IBDV) o virus de la bursitis infecciosa, el virus de la enfermedad de Newcastle (NDV) y el virus de la bronquitis infecciosa (IBV).
En ocasiones, los estados de inmunosupresión se producen por la combinación de estos patógenos con factores ambientales y alimentarios capaces de generar estrés en los animales, como, por ejemplo, la presencia de temperaturas elevadas, presencia de micotoxinas en el alimento o densidades de cría elevadas.
Por ello, es esencial asegurar una correcta prevención de las enfermedades causadas por estos patógenos para evitar complicaciones secundarias y mejorar la rentabilidad de las explotaciones.
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Enfermedad de Gumboro o bursitis infecciosa aviar
La enfermedad de Gumboro, también conocida como bursitis infecciosa aviar (IBD), fue descrita por primera vez en Estados Unidos en 1962. Es una enfermedad producida por el virus de la bursitis infecciosa aviar, un virus de ARN bicatenario y sin envoltura que pertenece al género Avibirnavirus dentro de la familia de Birnaviridae.
El IBDV tiene como órganos diana los órganos linfoides, especialmente la bursa de Fabricio (ilustración 1). El virus se replica en el interior de dicho órgano linfoide, provocando inicialmente una inflamación y posteriormente la atrofia de la bursa de Fabricio. En las aves, la bursa de Fabricio es el órgano encargado de la maduración de lo linfocitos B a células plasmáticas productoras de anticuerpos, por lo que su afectación conlleva una depleción linfoide que limita la respuesta inmunitaria de las aves. Al mismo tiempo, el virus afecta a otros órganos linfoides como el timo y el bazo, dañando la respuesta inmune celular.

Existen dos formas de presentación de la enfermedad, una forma clínica que aparece en aves entre 3 y 6 semanas de edad y una forma subclínica en aves menores de 3 semanas.
En la forma clínica de la enfermedad las aves aparecen letárgicas, con plumas erizadas alrededor de la cloaca y con heces blanquecinas conteniendo gran cantidad de uratos. El curso de la enfermedad es de 5 a 7 días, con una alta morbilidad y una mortalidad que puede alcanzar el 20-30%. A la necropsia, inicialmente se observa una bursitis serosa que progresa hacia una bursitis fibrinosa y finalmente se produce la atrofia de la bursa de Fabricio.
En la forma subclínica de la enfermedad no se observa sintomatología clínica, sin embargo, el virus produce la atrofia de la bursa de Fabricio que lleva a un cuadro de inmunosupresión en las aves afectadas.
La vacunación es la principal herramienta de prevención frente a esta enfermedad en Europa. Sin embargo, las vacunas no aseguran una protección del 100%, existiendo el riesgo de fallos vacunales. Las cepas detectadas en Oriente Medio y África no siempre coinciden con las cepas vacunales, existiendo el riesgo de fallos vacunales. En Egipto, la enfermedad de Gumboro continúa siendo un problema de elevada importancia, debido a la identificación de cepas muy virulentas en los últimos años.
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Enfermedad de Newcastle
La enfermedad de Newcastle (ND) es una de las enfermedades con mayor relevancia en avicultura a nivel mundial. Es una enfermedad altamente contagiosa producida por el paramyxovirus aviar tipo I (APMV-1), que pertenece a la familia Paramyxoviridae del género Avulavirus. Se trata de un virus de ARN monocatenario, que se clasifica en tres patotipos en función de su virulencia: cepas lentogénicas (menos virulentas), cepas mesogénicas (moderadamente virulentas) y cepas velogénicas (más virulentas). Las cepas velogénicas pueden dividirse a su vez en una forma neurotrópica, asociada con signos neurológicos y respiratorios y una forma viscerotrópica relacionadas con lesiones intestinales.

La distribución de la enfermedad de Newcastle varía en función de las cepas. Las cepas velogénicas son endémicas en África, Asia, Oriente Medio y América Latina donde causan graves pérdidas económicas.
El APMV-1 afecta a todo tipo de aves, siendo las aves de corral las más susceptibles a padecer esta enfermedad. El virus se transmite de forma directa por inhalación o por ingestión, a partir de las secreciones respiratorias y heces de las aves infectadas. Los fómites también son una fuente de infección, pese a que la persistencia del virus varía en función de las condiciones ambientales. El APMV-1 persiste durante largos periodos de tiempo en las heces, así como en la cáscara del huevo y en la canal.
El APMV-1 afecta a diversos tejidos linfoides, especialmente a las placas de Peyer y tonsilas cecales, y a órganos inmunitarios como el timo o el bazo, disminuyendo la respuesta inmunitaria de las aves.
En Europa la enfermedad de Newcastle es una enfermedad de declaración obligatoria. Como medida de prevención se emplea la vacunación a gran escala en la mayor parte de los países europeos salvo en Suecia, Finlandia y Estonia, países considerados libres de enfermedad. A pesar de que se llevan a cabo una gran cantidad de medidas preventivas, las aves silvestres constituyen un reservorio de la enfermedad que permite la aparición de nuevos brotes. En el ultimo año se han identificado casos de enfermedad de Newcastle en Rusia, Bélgica, Rumania y Turquia.
Los genotipos más frecuentes en oriente medio del virus de la enfermedad de Newcastle son el VI y VII y han sido descritos en distintos países incluyendo, Israel, Emiratos Árabes Unidos, Iraq, Jordania, Egipto, Líbano y Arabia Saudí. En estos países existe una gran tradición de cría de aves de presa, como los halcones, donde también se ha descrito la presencia de la enfermedad. Estas aves constituyen un reservorio de la enfermedad.
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Bronquitis infecciosa aviar
La bronquitis infecciosa aviar (IB) es una enfermedad ampliamente distribuida a nivel mundial y de declaración obligatoria en la Unión Europea. La IB es producida por un gamma coronavirus, virus de ARN monocatenario con envoltura, perteneciente al orden Nidoviridae.
La bronquitis infecciosa es una enfermedad muy contagiosa y de carácter agudo, con un periodo de incubación muy corto, de entre 24-48 horas. El virus se replica en las células del tracto respiratorio superior, ocasionando jadeo, tos y decaimiento de las aves afectadas.
Existen cepas del virus con tropismo por las células renales, que pueden provocar nefritis, nefrosis y urolitiasis (ilustración 3). En estos casos es frecuente observar una marcada disminución del consumo de agua.

En el caso de aves ponedoras, el virus provoca una marcada caída de la puesta y una mayor proporción de huevos con alteraciones de la cascara. Además, cuando el virus afecta a pollitas jóvenes de futuras ponedoras y reproductoras, provoca lesiones permanentes en el oviducto (ilustración 4). Estas aves se podrán desarrollar de forma normal pero no podrán producir huevos.
La bronquitis infecciosa aviar provoca una inmunosupresión en los animales haciéndolos susceptibles al padecimiento de infecciones secundarias, especialmente a infecciones bacterianas por E. coli.
La bronquitis infecciosa, se diagnosticó por primera vez en el reino unido en 1948. Hoy en día, continúa siendo una de patologías infecciosas de mayor interés en todo el continente europeo, de hecho, es endémica en todos aquellos países donde se realiza la cría intensiva de aves. En las últimas décadas se han descrito dos nuevas cepas del virus conocidas como “Italian-02” y QX.
Se han descrito una gran cantidad de cepas de campo en Oriente Medio y África, resultado imposible elaborar una vacuna específica para cada nueva cepa. Además, diversos estudios confirman que existe una pobre protección cruzada entre las diferentes cepas. Todo ello lleva a que la eficacia de la vacunación sea en ocasiones escasa y hace necesario el uso de inmunoestimulantes naturales adicionalmente a la vacunación.
Uso de inmunoestimulantes en avicultura
Los estados de inmunosupresión generados por diversos tipos de microorganismos, en especial los virus anteriormente mencionados, pero también los generados por diversos tipos de bacterias, hongos y micotoxinas, aumentan la susceptibilidad de las aves al padecimiento de enfermedades secundarias, disminuyen la productividad y reducen la respuesta vacunal.
Generalmente se realiza una primera vacunación al primer día de vida frente a estas tres enfermedades virales. El momento de la revacunación depende de los títulos de anticuerpos generados por las aves tras la primera vacunación.
Es importante destacar que la respuesta vacunal que un animal es capaz de generar tras una vacunación depende en gran medida del estado inmunitario del animal previo a la administración de dicha vacuna. De esta forma, si un animal se encuentra inmunodeprimido antes de recibir la vacuna, no generará una respuesta vacunal adecuada y no quedará protegido frente a dicha enfermedad.
En el caso de la enfermedad de Newcastle, las aves silvestres actúan como reservorio de la enfermedad, haciendo posible que el virus acceda a las explotaciones avícolas. Como medida de prevención, se emplea la vacunación frente a la enfermedad.
Por ello, es necesario el uso de inmunoestimulantes para asegurar una respuesta vacunal adecuada y el mantenimiento de los títulos de anticuerpos.
Actualmente, existen en el mercado productos inmunoestimulantes naturales, basados en pronutrientes, capaces de potenciar la respuesta inmunitaria de las aves y asegurar la respuesta vacunal. Los pronutrientes inmunoestimulantes son moléculas activas de origen botánico que actúan a nivel metagenético incrementando la expresión de genes relacionados con la respuesta inmune humoral y celular.
Se ha demostrado que los pronutrientes inmunoestimulantes permiten mejorar la respuesta inmune celular, estimulando la actividad de los macrófagos y los neutrófilos y la síntesis de citoquinas proinflamatorias. Al mismo tiempo, potencian la respuesta inmune humoral, estimulando la síntesis de anticuerpos por las células plasmáticas (ilustración 5).

Se han llevado a cabo numerosos estudios que demuestran como el uso de pronutrientes inmunoestimulantes permite mejorar los títulos de anticuerpos frente a los principales patógenos inmunosupresores con interés en avicultura (gráfico 1). El uso de estas moléculas activas asegura la respuesta vacunal de los animales, permitiendo el uso de cepas vacunales menos virulentas.

Además, se trata de moléculas de origen botánico que no requieren de periodo de retirada, por lo que resultan de utilizar para asegurar el estado inmunitario de los animales en la última etapa del ciclo productivo donde el uso de antibióticos no esta permitido.
Conclusión
Los patógenos inmunosupresores, especialmente aquellos de etiología viral como el virus de la enfermedad de Gumboro o el virus de la enfermedad de Newcastle, son responsables de grandes pérdidas económicas a nivel mundial.
La vacunación se emplea como principal medida de prevención frente a dichas enfermedades. Sin embargo, es necesario asegurar el estado inmunitario de los animales previamente a la administración de la vacuna para obtener una respuesta vacunal adecuada.
El uso de pronutrientes inmunoestimulantes, moléculas activas de origen botánico, estimulan el sistema inmunitario celular y humoral. La administración de estas moléculas promueve la síntesis de anticuerpos, asegurando la respuesta vacunal. El uso de pronutrientes inmunoestimulantes mejora la resistencia natural frente a las infecciones.
Los pronutrientes inmunoestimulantes se comercializan bajo el nombre de Alquernat Immuplus de Biovet S.A.