Contaminantes en alimentos destinados a consumo humano

*Este artículo ha sido cedido por la «Acadèmia de Ciències Veterinaries de Catalunya»
Pueden ver el artículo original en el siguiente link: http://www.acvc.cat/publicacions.html
Los consumidores europeos desean que sus alimentos sean sanos y seguros y la Unión Europea tiene la responsabilidad de que los alimentos producidos en sus diferentes Estados miembros, y los importados, presenten el mismo nivel ele- vado de calidad. Los ciudadanos de la Unión Europea se interesan por la seguridad tanto de los alimentos que consumimos como del sistema de producción y de la cadena alimentaria en general y confían en que los Estados miembros protegerán activamente la salud de los consumidores a través de la inocuidad de los alimentos.
Aunque la seguridad alimentaria exige de un esfuerzo permanente, los últimos años han estado marcados por cambios constantes en este campo, desencadenados por la serie de alertas sanitarias que han marcado la crónica en los años 90, entre las que destacamos la BSE en carne de vacuno y su relación con la inducción de la variante de CJD en el hombre, la presencia de dioxina en los piensos o el aceite de oliva adulterado.
Las alertas sanitarias del último decenio han puesto a luz los riesgos de contaminación ligados a los alimentos para los animales, y en especial, a los que se utilizan en cría intensiva. No se trata solamente de velar que la legislación de la Unión Europea en materia de seguridad alimentaria esté permanentemente actualizada, sino informar también, en la medida de lo posible, a los consumidores sobre los riesgos potenciales y sobre las medidas que deben tomar para atenuarlos.
Aunque teóricamente el riesgo cero no existe. No obstante, la Unión Europea impulsa su labor dentro de un marco de una estrategia de seguridad alimentaria global, con el objeto de reducir al mínimo los riesgos alimentarios apoyándose sobre las normas de higiene alimentaria y los conocimientos científicos más avanzados. La seguridad alimentaria comienza en la granja y sus reglas se aplican de la «granja a la mesa», tanto si los alimentos se producen en la Unión Europea o son importados de países terceros. Los procedimientos relativos a la seguridad alimentaria se establecieron en el Reglamento (CE) nº 178/2002 del Parlamento Europeo y Consejo de 28 de enero, conocido como «Food Law» o los Fundamentos de legislación alimentaria.
La estrategia de seguridad alimentaria de la Unión Europea comporta cuatro elementos importantes:
(a) las reglas relativas a la seguridad de los productos alimentarios y de los alimentos para los animales,
(b) las opiniones científicas independientes y accesibles al público,
(c) las medidas adoptadas para hacer respetar las reglas y controlar los procesos, y
(d) el reconocimiento del derecho del consumidor a elegir sus alimentos con indicación cierta de su origen y de su composición.
Así mismo, se han establecido las bases para trasladar los principios de autocontrol a todas las fases de producción haciendo totalmente válido el dicho de que la seguridad alimentaria debe garantizarse «desde la granja hasta la mesa». También se ha hecho hincapié en la implantación y mejora de los sistemas de control oficial y de los planes de vigilancia de zoonosis y residuos, de los sistemas de alerta rápida, de los sistemas de información en el sector agrario, y de las acciones paralelas, como el control de la radioactividad natural en el medio ambiente.
Los contaminantes se definen como sustancias que no se añaden intencionadamente a los alimentos. Estas sustancias pueden estar presentes en el alimento bien sea como resultado de las diferentes etapas de su producción, empaquetamiento, transporte o almacenamiento, o como resultado de la contaminación ambiental. Además la contaminación del alimento puede ocurrir accidentalmente en el proceso de producción y almacenamiento o a través de la contaminación de los compuestos para preservar los productos alimenticios. Ya que la contaminación generalmente tiene un impacto negativo sobre la calidad de los alimentos y puede implicar un riesgo para la salud humana, la Unión Europea ha tomado medidas para reducir al mínimo los contaminantes en los alimentos. El hombre necesita ingerir 1,5 kg de alimento y 2,5 l de agua al día y aunque el alimento es un componente relativamente menor en contacto con el medio ambiente exterior, tiene una gran diversidad en composición química. Algunos de estos agentes químicos pueden sufrir una bioactivación por intermedios reactivos formando aductos con el DNA. El hombre puede encontrarse con esos agentes químicos como componentes de los alimentos o como un resultado de su acumulación en productos tales como los productos cárnicos o la leche.
Los principios básicos de la Legislación de la Unión Europea sobre contaminantes en alimentos se encuentran en el Reglamento (CEE) nº 315/93 del Consejo de 8 febrero: los alimentos que contenga contaminantes en una cantidad inaceptable desde el punto de vista toxicológico, no deben ser puestos en el mercado; los niveles de contaminantes deberían mantenerse tan bajos como se pueda razonablemente siguiendo las buenas prácticas recomendadas; deben fijarse niveles máximos para ciertos contaminantes con el fin de proteger la salud pública, y los niveles máximos se fijaron para ciertos contaminantes en alimentos mediante Reglamento (CE) nº 466/2001 de la Comisión de 8 de marzo de
2001 y subsiguientes modificaciones. Se han considerado también propuestas de niveles máximos de otros contaminantes, tales como patulina y toxinas Fusarium (deoxinivalenol y otros tricotecenos, zearalenona, fumonisinas). Se está trabajando en la Unión Europea para reducir los niveles en alimentos y clarificar los posibles riesgos de sustancias tales como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH), los compuesto de estaño y la acrilamida.
Contaminantes presentes de forma natural
Entre estos contaminantes que aparecen de forma natural tenemos, las Micotoxinas, que son metabolitos fúngicos secundarios. Inducen los efectos tóxicos tras inhalación y consumo por el hombre o animales. Las intoxicaciones-masa no son habituales en el hombre. Las aflatoxinas son las micotoxinas más importantes. Se producen por el Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus. Las aflatoxinas son importantes toxinas bien conocidas por su carcinogenicidad. Se divi- den en dos grupos principales, el grupo-B (con un anillo ciclopentanona) y el grupo G (con un anillo lactona), basados en su fluorescencia azul o verde. Los alimentos más contaminados son los cacahuetes, nueces, semillas de algodón, maíz e higos. La exposición al hombre puede ocurrir por la ingesta de aflatoxinas con los tejidos y la leche (en particular aflatoxina M , un metabolito de la aflatoxina B ) procedente de animales que han consumido piensos contaminados. El grupo de las aflatoxinas incluye a tóxicos hepáticos y carcinógenos. La aflatoxina B1 es altamente hepatotóxica y uno de los más potentes hepatocarcinógenos en ratas. Existen estudios que indican una clara asociación entre la exposición a la aflatoxina B y el carcinoma hepatocelular, particularmente en individuos infectados con el virus de la hepatitis B. En muchos sistemas celulares ha demostrado ser un mutágeno. La hepatotoxicidad así como la mutagenicidad se cree depende de su activación por el citocromo P450 3A4 al 2,3-epóxido que es altamente reactivo y se une a las posición N-7 de los residuos de guanina en el ADN. Además el epóxido de la aflatoxina B reacciona con proteínas séricas, incluyendo la albúmina.
Otros contaminantes son el ácido aristolóquico, las pirrolicidinas y los derivados de la hidracina. El ácido aristolóquico se encuentra en un gran número de plantas medicinales. Es un carcinógeno para ratas y ratones originando tumores locales en la parte anterior del estómago y metástasis. La activación ocurre por una nitroreducción dando lugar a aductos dG y dA, que son más estables biológicamente.
Las pirrolicidinas, aparecen ubícuamente y están presentes en medicamentos chinos así como en tés populares procedentes de otros países. Aproximadamente se han identificado unos 100 alcaloides de la pirrolicidina, de los cuales 15 son cancerígenos y otros forman aductos con el ADN.
Un número de derivados de la hidracina se han aislado a partir de hongos comestibles, siendo el más estudiado la agaricina. Los datos sobre su carcinogenicidad son conflictivos, posiblemente porque en los estudios se han usado diferentes protocolos y por la propia estabilidad de los derivados hidracina. Sin embargo, estos datos sugieren firmemente que estos compuestos son capaces de formar por activación metabólica metabolitos reactivos que forman aductos con el ADN.
Por ultimo citaremos a la acrilamida, molécula altamente reactiva que se produce en una cantidad detectable en los alimentos que contienen almidón, cuando son horneados o procesados por el calor. El principal metabolito de la acrilamida, la glicidamida, es un epóxico que puede ser más crítico para las propiedades carcinogénicas y genotóxicas en los animales que el compuesto inalterado. La acrilamida más que la glicidamida, probable- mente sea la responsable de su potencial neurotóxico.
Contaminantes medioambientales
Entre los contaminantes medioambientales más importantes tenemos las dioxinas. Las dioxinas están consideradas entre las toxinas más potentes que pueden poner en peligro la salud pública a través de la cadena alimentaria. Existe un grupo de 17 policolorados dibenzo-p-dioxinas y benzofuranos. Además 12 de los 209 congéneres PCB demuestran similar comportamiento y efectos, aunque existe discusión sobre los 8 denominados PCB mono-orto sustituidos. La toxicidad de las dioxinas difiere considerablemente. En particular, son de especial importancia aquellos congéneres que son sustituidos en posición 2, 3, 7, 9. Los compuestos PCB son ubicuos, se puede bioconcentrar en la grasa y presentan una larga semivida biológica. Tanto el pescado como otros productos de origen marino, parecen ser la fuente más importante de exposición a los PCB, para el hombre.
Para la población en general, el mayor problema es la acumulación de esos contaminantes en la biota, eventualmente originando unos niveles de carga corporal que pueden exceder los niveles críticos. En animales de laboratorio, la exposición a dioxina origina efectos inmunológicos, reproductivos y de desarrollo nervioso; a altos niveles pueden causar en ratas hembras tumores hepáticos. Basados en estos efectos, se han establecido por el Comité Científico de Alimentación de la Unión Europea niveles de exposición muy bajos para el hombre, tales como la ingesta semanal tolerable provisional (pTWI) de 14 pg toxicidad equivalente (TEQ)/kg p.c./semana. Los estudios de evaluación de la exposición en varios países revelaron que la ingesta de parte de la población supera esta pTWI. Por todo ello, la Unión Europea ha desarrollado una estrategia que tiene como fin el reducir la exposición a dioxinas. La tolerancia y los límites de acción han sido establecidos para todos los alimentos y piensos, hasta ahora limitados solo a las dioxinas, pero al final de este año los PCB estarán incluidos también.
Quizás el problema más señalado ha sido el de la contaminación medio ambiental por dioxinas en Bélgica en el año 1999. La cronología de este brote ha sido bien descrita; se trató de un incidente por aceite de PCB introducido en la cadena alimentaria. Los piensos para los animales producidos a partir de esta fuente de contaminación se enviaron a 2500 granjas y afectó a diferentes categorías de animales y/o productos para consumo (cerdo, leche, pollos y huevos). A este incidente le siguieron otros, el de la arcilla caolínica (1999) en cerdos, el cloruro de colina (2000) en pollos y cerdos, los deshechos de panadería (2003) en cerdos, piel de las patatas (2004) en cerdos y vacas, y el de la gelatina (2006) en pollos y cerdos.
Tras un aumento en el control oficial de la presencia de dioxinas, se ha demostrado que los huevos de gallinas ponedoras contenían elevados niveles de dioxinas y dl-PCB que a menudo excedía el límite para los huevos de 3 pg TEQ/g de grasa. Los niveles en huevos alcanzan los 10-15 pg TEQ/g de grasa, hasta 5 veces el límite de la Unión Europea. La mayor fuente parece ser el suelo y sus posibles organismos. Los estudios realizados en granjas señalan una relación entre el número de pollos y los niveles de dioxina. Sorprendentemente, la relación entre niveles en huevo y suelo fueron escasos. Los estudios que se están llevando a cabo señalan que el factor principal es el grado en que los pollos están en contacto con el forraje.
Con respecto a la salud publica en la mayoría de estos incidentes mencionados, los niveles en los productos para consumo humano son ligeramente elevados pero no con un riesgo para el consumidor. Sin embargo, la estrategia de la Unión Europea tiene como fin el reducir para la población la exposición a largo plazo lo que requiere la eliminación de las mayores fuentes de contaminación. Solo en algunos casos, la contaminación produce efectos claros y observables en animales que consumen alimento contaminado. Implicar solo a pollos y otras aves, que parecen ser muy sensibles a los efectos. Los cerdos contienen grandes cantidades de grasa y por lo tanto parecen almacenar más fácilmente con estos contaminantes.
Residuos de medicamentos veterinarios y plaguicidas usados en la producción de alimentos
Muchas sustancias como los medicamentos veterinarios y los plaguicidas se utilizan durante la producción de los alimentos por lo que pueden crear cantidades residuales en los productos alimentarios para consumo.
El propósito principal que contempla la Legislación Veterinaria y Fitosanitaria en la Unión Europa es la protección al consumidor frente a peligrosidad o riesgo que pueden presentar los residuos de xenobióticos en los productos alimenticios de origen animal y vegetal.
Para los medicamentos veterinarios, se ha publicado el Reglamento (CEE) nº 2377/90 del Consejo de 26 de junio por el que se establece un procedimiento Comunitario para fijar los límites máximos de residuos (LMRs) o tolerancias de medicamentos veterinarios. En este Reglamento se contemplan 4 Anexos para los principios activos componentes de los medicamentos veterinarios: Anexo I: incluye aquellos principios activos con LMRs establecidos.; Anexo II: incluye aquellos principios activos que no necesitan fijarse sus LMRs; Anexo III: incluye aquellos principios activos con LMRs provisionales establecidos, y Anexo IV: incluye los principios activos que no pueden fijarse un LMR porque cualquier nivel de residuos es peligroso.
Hoy en día preocupa el riesgo potencial que se puede ocasionar por el uso terapéutico de compuestos antimicrobianos en los animales productores de alimentos por su eventual contribución a una presión selectiva sobre los microorganismos del tracto intestinal, y que a su vez pueden conducir a serias implicaciones médicas. Existe evidencia clara para indicar que el uso de antibióticos en animales puede seleccionar la resistencia en bacterias, y que algunas de estas bacterias resistentes pueden ser transmitidas al hombre a través de la cadena alimentaria o que estas bacterias pueden causar enfermedades en el hombre, directa o indirectamente. Sin embargo, existe considerable incertidumbre y debate en lo que se refiere a la frecuencia con la que esto ocurre, y la magnitud de este impacto sobre la salud pública.
El uso de antibióticos en veterinaria y agricultura contribuye a la presión selectiva, a reservorios de resistencia y a vías de transmisión. La muerte observada en Dinamarca de dos pacientes humanos, Salmonella typhimurium DT104 resistentes, resistencia adquirida a partir del consumo de carne de cerdo ha reavivado el problema de las resistencias por uso de antibióticos en veterinaria.
Aun admitiendo que el uso de antimicrobianos en sanidad animal pudiera tener únicamente una influencia marginal sobre el desarrollo de la resistencia global, las medidas encaminadas a la aparición limitada de resistencias son muy importantes para prolongar y salvaguardar la vida útil de todos los fármacos antimicrobianos, tanto en medicina animal como en medicina humana. Para restringir la evolución de la resistencia, necesitamos reducir la presión selectiva de la presencia de antibióticos. Esto es especialmente importante para ciertos tipos de antimicrobianos de nueva generación, por ejemplo las fluoroquinolonas, que son de valor no sólo hoy en día sino también lo de- ben ser para un futuro próximo.
El análisis molecular de los genes de resistencia a antibióticos, los plasmidos y los transposones, ha demostrado que se encuentran elementos idénticos en animales y en humanos. Los productos alimenticios específicos, el agua y el contacto directo pueden propagar estas bacterias desde la microflora animal a la microflora humana. La eliminación de los determinantes de resistencia a partir de estas microfloras es lenta, particularmente si no hay reservorio de disponibilidad de las bacterias susceptibles a recolonizar el animal hospedador.
Con respecto a los productos fitosanitarios los LMRs en productos vegetales se basan en las Directivas 76/895/CEE, 79/700/CEE; 80/428/CEE, 81/36/CEE; 82/528/CEE, y 88/298/CEE. La Directiva 91/414/CEE del Consejo de 15 de julio relativa a la comercialización de productos fitosanitarios, determina una completa armonización de legislaciones para los grupos de productos fitosanitarios, establece los requisitos y el procedimiento para la aceptación Comunitaria de las sustancias activas nuevas que puedan utilizarse en la elaboración de productos fitosanitarios y los requisitos, normas y criterios que han de observarse para su autorización. Esta Directiva establece, asimismo, las bases de un programa Comunitario para la revisión de las sustancias activas y productos fitosanitarios existentes anteriormente en el mercado. La materia regulada es compleja, por lo que los requisitos técnicos, necesarios para asegurar la suficiente uniformidad en su aplicación por los distintos Estados miembros, aparecen establecidos en sus anexos con los contenidos:
Anexo I: lista comunitaria de sustancias activas admitidas en los productos fitosanitarias;
Anexo II: información que se debe aportar con la solicitud de inclusión de una sustancia en el Anexo I;
Anexo III: información que se debe aportar con la solicitud de autorización de un producto fitosanitario;
Anexo IV: frases normalizadas referentes a los riesgos especiales;
Anexo V: frases normalizadas de medidas de seguridad y
Anexo VI: principios uniformes para la evaluación de los productos fitosanitarios.
Evaluación del riesgo toxicológico de contaminantes y residuos
Los riesgos potenciales para la salud pública que pueden conllevar los residuos de agentes químicos en los productos alimenticios suelen ser de origen toxicológico, farmacológico, microbiológico e inmunológico. Los riesgos toxicológicos se relacionan con las acciones toxicológicas (mutagenicidad, carcinogenicidad, teratogenicidad). Los residuos de antibióticos, por ejemplo, conllevan además riesgos microbiológicos e inmunopatológicos así como tecnológicos.
En cuanto al procedimiento de evaluación toxicológica de los residuos se basa en el establecimiento de la «ingesta diaria admisible» (ADI) de un medicamento veterinario. La ADI se establece sobre la base de un examen completo de la información disponible (incluidos datos sobre las propiedades bioquímicas, metabólicas, farmacológicas y toxicológicas del medicamento obtenido a partir de estudios en animales de experimentación y de las observaciones realizadas en el hombre). Como punto de partida, primero se debe de determinar en animales de experimentación la «dosis o nivel sin efecto tóxico observado» (NOAEL). Del efecto toxicológico más sensible en la especie animal también más sensible. Para determinar la ADI para el hombre, el NOAEL se divide por un factor de seguridad o de incertidumbre que tiene en cuenta el tipo de efecto, su gravedad y/o reversibilidad, y los problemas de variabilidad entre las especies y dentro de ellas. Los factores de seguridad que se aplican suelen ser de 10, 100 o superiores.
Cuando se dispone de toxicidad observada en el hombre generalmente se aplica un factor de seguridad reducido, en general de 10. Los LMRs para los residuos de medicamentos veterinarios en productos de
origen animal, se basan en la ADI y en la información de la distribución de los residuos en los tejidos comestibles de los animales de consumo. El LMR siempre garantiza el respeto de la IDA. La TMDI se estima usan- do el paquete de consumo en fresco para productos de origen animal.
Las ADI de la mayoría de los plaguicidas están basadas en los datos obtenidos a partir animales; esto llama la atención ya que los peligros potenciales para el hombre debidos a la presencia de residuos plaguicidas en el alimento son muchos. Por ello, se aplican factores de seguridad de 100 o superiores. Esto significa que la ADI es usualmente el 1% del NOAEL en la especie más sensible. Se señala por último que se ha expresado cierta preocupación por el hecho de que pueden causarse efectos tóxicos agudos por el con- sumo de alimentos que contienen residuos de ciertos plaguicidas o puntos / lugares de administración para animales de consumo. Ello ha originado que se haya establecido la «dosis de referencia aguda» para evaluar las situaciones de peligro agudas usando los mismos principios y métodos básicos empleados para calcular la ADI. Se determina un NOAEL observado a partir de las bases de datos de efectos agudos (por ejemplo, discrasias sanguíneas y efectos neurotóxicos como neuropatía retardada e inhibición de la colinesterasa).
El concepto de ADI no es apropiado para definir la ingesta de contaminantes o sustancias que son nutrientes esenciales o constituyentes inevitables del alimento en estos casos se emplea la ingesta diaria tolerable máxima provisional.