Situación de los Aditivos para Alimentación Animal en la Unión Europea

Desde hace muchos años se vienen utilizando aditivos en alimentación animal, tanto para mejorar rendimientos como para permitir la utilización de materias primas en cantidades adecuadas, que permitan una buena digestibilidad.
Ello ha obligado a los diversos gobiernos o áreas económicas a clasificar las numerosas sustancias que pueden ser utilizadas a los fines arriba señalados. Las dos grandes áreas EE.UU. Y la Unión Europeas, aunque con distinta óptica aparentemente, tienen sus propios sistemas, que en muchas ocasiones coinciden en lo principal.
En lo que respecta a la Unión Europea, y como consecuencia de las llamadas “crisis alimentarias” (sobre las que algún día habrá que estudiar desde los inicios hasta el qui prodest), así como la prohibición de antimicrobianos, elaboró una texto conocido como “El Libro Blanco de la seguridad alimentaria”, que perseguía clarificar la situación y de paso oficializar un registro de aditivos para todos los países integrantes, y que en la práctica constituye un texto y lo que de él se deriva, de consulta y de seguimiento de sus principios.
Este Registro, fue creado partiendo del Reglamento (CE) 1831/2003, sobre aditivos en alimentación animal, encargándose a la Comisión Europea su elaboración, publicación y mantenimiento al día de cuantos actos se produzcan, publicándose por primera vez el 7 de noviembre de 2005, recogiendo en la práctica los productos existentes, mediante una lista de categorías y grupos funcionales de aditivos, aparte de las necesarias listas de abreviaturas.
A grandes rasgos, las categorías de aditivos se dividieron en aditivos tecnológicos, organolépticos, nutricionales y zootécnicos. Y dentro de ellos los tecnológicos son los que tienen más posibilidades, al poder ser conservantes, antioxidantes, emulgentes, estabilizantes, espesantes, gelificantes, ligantes, sustancias para el control de la contaminación por radionucleidos, antiaglomerantes, reguladores de la acidez, aditivos para el ensilaje y desnaturalizantes. Es decir toda una parafernalia que por un lado cubre las posibilidades de actuación de los nutrólogos, así como permite la actividad económica de un amplio sector.
En cuanto a los organolépticos, podemos encontrar colorantes (bien para usar en los piensos directamente, bien para coloración de los alimentos de origen animal, bien para peces o pájaros de uso ornamental).
Los aditivos nutricionales, incluyen las vitaminas, provitaminas y otras sustancias de efecto análogo, oligoelementos y sus compuestos, aminoácidos, en sus presentaciones y urea y derivados.
Y finalmente los zootécnicos, en donde se incluyen los digestivos, estabilizadores de la flora intestinal, sustancias positivas para el medio ambiente, y un fondo innominado, para dar cabida a los no clasificados.
En este registro se contienen además toda suerte de indicaciones sobre identificación, categorización, fechas, designación, número de registro, especies a las que va destinado, y otras al uso.
Cabe señalar que en ese registro no se inscribe ningún producto que no haya superado todas las pruebas requeridas, después de los informes de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria y ser discutido en el seno de Comité de alimentación animal.
A pesar de ello, a nuestro juicio, a menudo se cuestionan los aditivos, tanto para alimentación animal, como los destinados a alimentación humana. Y de forma indiscriminada, cuando es sabido que otorgar un número de registro equivale a tener una garantía.
Dependiendo de las fechas de primera autorización y tipo de aditivo, existen algunas diferencias en cuanto a la posición en una u otra tabla, la que se utilizó como consecuencia de la Directiva 70/524 y otros incluidos en el Rto. 1831/2003, y que gozan de distinta situación administrativa.
La última actualización del Registro, ha tenido lugar el 22 de abril de 2010, aunque es muy posible que cuando esa nota vea la luz, ya se haya producido otra. La razón está en que aquellos aditivos que tienen una fecha límite de autorización, podrían verse en dificultades si no se toma alguna decisión. Por ello, se actualiza con inmediatez, para no causar perjuicios a las empresas y los ganaderos.
Cabe resaltar la incorporación, ya señalada más arriba del grupo de aditivos reductores de la contaminación por micotoxinas, por absorción, excreción o modificación del modo de acción de las micotoxinas. Este grupo de aditivos, aunque no en exclusiva, representa una parte de la eliminación de contaminaciones indeseables en la explotación ganadera.
Deberíamos indicar que con motivo de la prohibición de antibióticos no coccidiostáticos para su uso como aditivo, se produjo un parón, tanto en el estudio de nuevas moléculas, posteriormente mitigado en parte, así como la búsqueda de nuevas sustancias que mejoraran tanto el índice de conversión, como la posibilidad de utilizar diferentes materias primas o en cantidades diferentes a las que se venían utilizando hasta el momento.
Un avance importante ha sido el de poder utilizar aditivos para ensilado o en el agua de bebida, cosa antes no posible, pero que se pudo incorporar desde la nueva definición de aditivos del Rto. 11831/2003 ya citado. Los aminoácidos pueden incorporarse también en el pienso.
Una de las consecuencias de la puesta al día del registro, ha sido la posición en la que han quedado algunos aditivos, utilizados en ciertas condiciones y que por circunstancias económicas o de otro tipo, han quedado digamos abandonados a su suerte, los que conocemos como “huérfanos”, y que no han sido presentados por nadie para su reevaluación, perdiéndose así una parte del arsenal.
La incorporación de productos alternativos lleva al mejor conocimiento de la absorción de los alimentos, que como se ha señalado más arriba, pueden propiciarlo los aditivos que reducen toxinas, favoreciendo la digestión.
Estamos pues, ante un situación que obliga a seguir con detenimiento las novedades que van apareciendo, en el mercado, que permiten una mejora de la digestibilidad y la conversión de alimentos,, partiendo de avances también en las líneas genéticas de nuestros animales de abasto.