Resistencia a los antibióticos

Historia de los antibióticos
El uso de extractos de plantas para el tratamiento de enfermedades infecciosas se practica desde la antigüedad, en cambio, la historia de los antibióticos comienza a principios del siglo XX, con el hallazgo de Rudolf Von Emmerich, bacteriólogo alemán que consiguió aislar una sustancia capaz de destruir a los microorganismos causantes del cólera y la difteria, aunque sin aplicación en el ser humano. Desde entonces las esperanzas para erradicar las enfermedades infecciosas aumentaron, sobre todo con el descubrimiento de la penicilina por Alexander Fleming en 1928.
Actualmente los antibióticos son una gran herramienta para controlar enfermedades de origen infeccioso, aunque éstas siguen siendo un gran problema sanitario a nivel mundial debido a aparición de cepas resistentes a dichas sustancias químicas.
Se pensó que, con el desarrollo de nuevos antibióticos se podría resolver el problema, pero también aparecen nuevos mecanismos de resistencia difíciles de controlar. A ello se le suma la aparición de bacterias que sobreviven a la presencia de más de un antibiótico, las llamadas multirresistentes, debido a la presión selectiva de los antibióticos, que hacen desaparecer las bacterias sensibles y poder, así, resistir la acción que los antimicrobianos ejercen sobre ellas.
Aparición de resistencias
Actualmente la resistencia bacteriana continúa en aumento y representa serios retos para el tratamiento de infecciones, puesto que impide al antibiótico ejercer su mecanismo de acción.
Algunos microorganismos siempre han sido resistentes a un agente en particular, mientras que otros consiguen esta resistencia por diferentes mecanismos como mutación, adquisición de plásmidos o transposones mediante transferencia genética horizontal, los cuales transmiten la información codificante que está de forma libre en el ambiente. Esto hace que cualquier microorganismo pueda obtener y asimilar propiedades para adquirir dicha resistencia.
Mecanismos de resistencias
Los mecanismos de resistencia de las bacterias son principalmente tres:
- Inactivación del antibiótico por enzimas, la bacteria produce enzimas que inactivan al antibiótico.
- Modificaciones bacterianas que impiden la llegada del antibiótico al punto diana, mutaciones en la pared que impide la entrada de ciertos antibióticos o alteran los sistemas de transporte
- Alteración por parte de la bacteria de su punto diana, impidiendo o dificultando la acción del antibiótico.
Una misma bacteria puede desarrollar varios mecanismos de resistencia frente a uno o varios antibióticos y, del mismo modo, un antibiótico puede ser inactivado por distintos mecanismos de diversas especies bacterianas, lo cual complica el estudio de las resistencias de las bacterias a los distintos antimicrobianos.
Alrededor de la mitad de las sustancias antimicrobianas administradas a los animales con fines no terapéuticos, tienen una estrecha relación con las usadas en medicina humana con fines terapéuticos tales como, penicilinas, macrólidos, cefalosporinas, etc, ya que los humanos compartimos un porcentaje muy alto de patógenos con los animales.
Una parte importante del uso de antibioterapia con fines no terapéuticos son promotores de crecimiento o prevención de enfermedades. Este uso se podría evitar mejorando las condiciones y el estado inmunitario de los animales, reduciendo, por una parte, los costos de dichos tratamientos y, a su vez, las resistencias a los antibióticos en las enfermedades tanto en los animales y como en humanos.
Normativas para el uso de antibióticos
Fue en los años 60 cuando Gran Bretaña estableció la primera Comisión Swann, con el objetivo de fijar recomendaciones sobre el uso de antibióticos en animales de granja. En los 70, el Grupo de Trabajo de la Food and Drug Administration de EEUU (US FDA) publicó “el uso de antibióticos en los piensos para animales” y, a mediados de los 70, la UE adoptó las primeras medidas para prevenir el uso de antibióticos de importancia médica como promotores de crecimiento. Las regulaciones han ido ampliándose y modificándose a medida que ha pasado el tiempo y se ha dado a conocer, mediante diversos estudios e investigaciones, que los animales destinados a la alimentación pueden ser reservorios de patógenos resistentes, contribuyendo así a la generación de cepas resistentes a diversos antibióticos en los seres humanos.
Extractos de plantas como alternativas a los antibióticos no terapéuticos
Es necesario eliminar el uso innecesario y abusivo de antibioterapia no terapéutica tanto en medicina humana como en la producción animal, puesto que su uso contribuye enormemente a este problema.
Es por ello que nuestro enfoque debe ir en búsqueda de “una sola salud”, con el fin de prevenir coordinadamente enfermedades que tienen repercusión tanto en la salud pública como animal y ecosistemas. Lo que es lo mismo, un enfoque integrado sobre la prevención de enfermedades en el ganado que no dependa de la administración generalizada de antibiótico de importancia médica, ayudará a preservar la vida útil de esos medicamentos.
Los extractos de plantas se han utilizado desde la antigüedad en medicina humana y son de especial interés en producción animal debido a sus múltiples efectos biológicos, que los hacen capaces de sustituir productos químicos y mejorar la productividad de las explotaciones sin generar resistencias, ni necesidad de periodos de supresión, los cuales favorecen de la entrada de enfermedades en las últimas fases de producción, que conlleva irremediablemente a pérdidas de la productividad.
Los pronutrientes son moléculas complejas orgánicas de origen vegetal derivadas de la ruta del ácido shikímico, cuya primera definición fue en el año 1950 por el Doctor Gordon Rosen por su capacidad de estimular las células inmunitarias reforzando el sistema inmune específico, aumentando la actividad de los macrófagos y neutrófilos, mejorando así la eliminación de microorganismos patógenos del organismo. Echinacea purpurea, Vaccinium oxycoccus, Allium sativum, o Cynara scolymus, son algunas de las especies vegetales que contienen los mencionados pronutrientes.
La suplementación de dietas animales con pronutrientes mejora su estado inmunitario y con ello el de los parámetros productivos de la granja. Por ello, debido a su importante función en los diferentes sistemas del animal y sus enormes beneficios han sido y son éstos los protagonistas de nuestra actividad e investigación en los últimos 20 años.
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