La renta del sector primario en Latinoamérica

En el modelo latinoamericano y durante más de 40 generaciones se han generado un modelo tanto económico como alimentario que propiciaba grandes diferencias de desigualdad entre la población. Todo ello ha conllevado a un lento desarrollo educativo, cultural, económico, tecnológico e industrial de varios de estos países. Parece que por fortuna que la década de 2000 ha traído importantes cambios en las tendencias distributivas a nivel mundial. Los países de Europa, Estados Unidos y China continuaron con su tendencia creciente respecto de la desigualdad, mientras que los de América Latina y el sudeste de Asia revirtieron la tendencia anterior al crecimiento y comienzan a mostrar descensos en los índices de Gini tal como se puede observar en la grafico Núm. 1. Para América Latina, se configura al fin un escenario promisorio tras el empeoramiento en los indicadores de distribución de la década anterior, aun cuando en términos internacionales se mantiene la posición de América Latina y el Caribe como la región más desigual del mundo.
Durante el período 2002-2013, en 15 de los 17 países considerados se evidencian mejoras distributivas, reflejadas en la disminución del índice de Gini (véase el gráfico Núm.1). Las excepciones son Costa Rica y República Dominicana, cuyos índices de Gini son superiores en 2013 que en 2002. Esta reciente tendencia que es estadísticamente significativa tuvo lugar en un contexto de crecimiento económico sostenido con una reducción de la pobreza en la región a la baja.
Gráfico Núm.1
América Latina (17 países): desigualdad del ingreso, 2002 y 2013
(En porcentajes)
Indice de Gini – medida matematica de desigualdad
Fuente: año 2002-2013. Adaptado CEDEF.ITAM
Globalmente y en la mayoría de países del estudio gran parte de la población se sobrealimenta con proteína animal y otro, mayoritario consume alimentos de mínima calidad nutricional, con un alto contenido en carbohidratos. La desigualdad en los consumos, desde hace ya más de medio siglo se acrecentó por la marcada diferencia de ingresos en la población. Esta notable diferencia en los ingresos es reflejo y consecuencia de la conformación de la estructura productiva y distributiva discriminatoria que prevalecen en estos países.
El 63% de los habitantes de las comunidades rurales no cuenta con el ingreso suficiente para comprar una cesta básica de alimentos, ni para cubrir necesidades básicas no alimentarias. Si tenemos en cuenta otros aspectos, tan solo el 17% de la población tiene acceso a tarjetas de crédito para pagar sus consumos con dinero fresco. Si analizamos el sector primario, vemos que en el medio rural donde se genera la mayoría del PIB alrededor del 89% de las personas no tiene acceso a un crédito formal ni a prestación de desempleo. La falta de crédito que tienen agricultores, pequeños ganaderos y campesinos se ven a menudo condicionadas y sujetas a cambio de apoyos en votos políticos. Todo ello y unido al gran peso de las pequeñas y medianas empresas en América Latina (tabla Núm. 1) hacen que veamos muy a menudo situaciones de precariedad laboral.
Tabla Núm.1
América Latina: Número de empresas según tamaño en 2013
(En porcentajes)
Fuente: año 2013. Adaptado FAOSTAT.FAO.ORG
Los salarios básicos y la distribución desigual de la renta en Latinoamérica es un hecho general en estos países. La desigualdad de ingresos genera una desigual estructura de consumo. De forma muy resumida se puede observar una falta de equidad en la estructura productiva y distributiva que ha detonado hambre, desempleo y en muchos casos violencia. Tres problemas que demandan con urgencia acción, planes y proyectos medibles de compromisos, acordes a los intereses de la población de cada país.