Comportamiento de las cerdas: ¿Podemos predecirlo?
¿Podemos predecir el comportamiento de las cerdas y su papel de madres? Durante las primeras semanas de vida los lechones dependen de los cuidados maternos.

¿Podemos predecir el comportamiento de las cerdas y su papel de madres? Durante las primeras semanas de vida los lechones dependen de los cuidados maternos
Índice de Contenidos
- 1 ¿Qué sabemos del comportamiento de las cerdas?
- 2 ¿Qué factores conocemos que afectan la conducta?
- 3 ¿Hay relación entre el comportamiento y la productividad?
- 4 En las primeras semanas de vida: ¿Se puede condicionar el futuro comportamiento?
- 5 ¿La conducta de la madre varía acorde a la edad de los lechones?
- 6 ¿Se conoce el impacto de la genética en la conducta?
- 7 Conclusión

En porcicultura hay dos parámetros de eficiencia muy importantes que son la cantidad de lechones destetados y el peso al destete de estos. Ambos parámetros están relacionados con los cuidados maternos recibidos por parte de la madre. Teniendo esto en cuenta: ¿Podemos predecir el comportamiento de las cerdas y qué papel juega esto en sus capacidades de madre?
Dentro de las distintas etapas de producción, la etapa de lactancia es la de mayor vulnerabilidad para el lechón. De hecho, en la lactancia puede presentarse un considerable porcentaje de mortalidad de lechones, siendo el aplastamiento por parte de la madre una de las principales causas de muerte. Existen evidencias significativas que indican que el aplastamiento de lechones está relacionado con las diferencias individuales en el comportamiento de la cerda. Por un lado, algunas hembras responden a los chillidos de alarma de sus lechones y se levantan en respuesta a la vocalización de las crías atrapadas, mientras que otras cerdas no reaccionan. A esto se suma que, en los sistemas intensivos, en los que alejarse de la cría no es posible, las hembras limitan el amamantamiento parándose, sentándose o echándose ventralmente, lo que aumenta la frecuencia de situaciones de riesgo para los lechones.

¿Qué sabemos del comportamiento de las cerdas?
La conducta es la expresión de la interacción entre los siguientes factores: motivación, patrones innatos de comportamiento, psicología, aprendizaje basado en experiencias previas y el contexto o las circunstancias. Por un lado, las particularidades en el comportamiento de las cerdas pueden ser modificadas por el ambiente en que crece y se desarrolla. Estas experiencias previas de cada cerda tienen una participación importante sobre su comportamiento posterior. Por otro lado, esas particularidades en el comportamiento de las cerdas también dependen de la genética.
¿Qué factores conocemos que afectan la conducta?
El estado corporal de las reproductoras al inicio y al final de la etapa lactancia es de suma importancia, ya que las hembras con pocas reservas corporales tienden a hacer mayor uso de conductas no adecuadas para limitar los amamantamientos y de esta forma preservar su futuro reproductivo. Por ejemplo, las cerdas pueden realizar amamantamientos no nutritivos, con los cuales la hembra disminuye la frecuencia de eyección de leche. Otra forma de limitar los amamantamientos por parte de la cerda alojada en jaulas, lugar donde no puede alejarse de las crías a partir de las 48 horas posparto, es parándose, sentándose y/o echándose ventralmente.

El comportamiento de las cerdas también se ve afectado por factores del entorno como la ubicación de la jaula dentro de la sala de maternidad. Otro grupo de factores son los relacionados con estímulos auditivos u olfatorios que las personas no detectan, ya que los cerdos poseen capacidades sensoriales diferentes. Finalmente, en el comportamiento de las cerdas hay influencia de aspectos reproductivos como la etapa de la lactancia (edad de sus crías), la cantidad de partos y las experiencias que han vivido en la granja.
¿Hay relación entre el comportamiento y la productividad?
Actualmente, sabemos que existe correlación entre el comportamiento de las cerdas y los parámetros productivos que logren. Por ejemplo, una cerda altamente agresiva que es más reactiva frente a rutinas de manejo tendrá menor cantidad de lechones nacidos totales, y a su vez mayor tasa de supervivencia de los lechones.
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En las primeras semanas de vida: ¿Se puede condicionar el futuro comportamiento?
Las experiencias tempranas de vida pueden tener efectos a largo plazo sobre el futuro comportamiento de las cerdas. Por un lado, la estructura social de las camadas de las que provienen las cerdas influye en su desempeño reproductivo. Por otro lado, el comportamiento de una futura hembra reproductora puede ser influenciado por la calidad o cantidad de cuidados maternos recibidos en su etapa de cría. Debido a esto, se observa que las crías aprenden diferentes comportamientos y conductas imitando a sus madres.
En las granjas, durante la etapa de la lactancia o etapa de maternidad, durante las primeras 24 horas posparto y luego del consumo de calostro de los lechones, se realiza una práctica denominada adopción cruzada. En esta práctica, se tiene en cuenta el peso de los lechones y se reparten en cantidades iguales para igualar las camadas de las distintas hembras que parieron. Debe ser en este periodo, debido al troquelado o impronta entre madre y cría, en el cual se realiza el reconocimiento entre cerdo y lechones, el cual será permanente.

¿La conducta de la madre varía acorde a la edad de los lechones?
El llamado “conflicto madre-cría” es el momento en el que los requerimientos de los lechones comienzan a dejar de ser prioridad para los progenitores. A partir de aquí, los reproductores enfocan su energía y disposición a la producción de nuevas crías. Por ejemplo, si una hembra produce cantidades exuberantes de leche, su futuro reproductivo se puede comprometer ya que el intervalo entre destete y celo se prolonga. Por esta razón, la etapa de la lactancia es finalizada por la hembra en la primera semana en el 30-50% de los casos. Sin embargo, entre la tercera y cuarta semana de lactancia, la hembra finaliza su amamantamiento en casi la totalidad de los casos.
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¿Se conoce el impacto de la genética en la conducta?
En porcinos son bien reconocidas las diferencias de comportamiento de las cerdas entre diversas razas. Existen diferencias en la conducta respecto a reactividad social de hembras de raza Meishan comparadas con híbridas de Yorkshire y Landrace. Además, se conoce que parte de las variaciones observadas en la conducta son debidas a diferencias en la composición genética de los animales. Por esto, el efecto de los genes de los progenitores tiene un impacto profundo en el desarrollo de la “personalidad” de los lechones.

Conclusión
Actualmente, junto a los estudios e investigaciones medioambientales y de manejo, los estudios de comportamiento en las cerdas (etología) son también importantes para mejorar la eficacia productiva de los porcinos. El conocimiento de las pautas etológicas es un paso relevante para la aplicación de medidas de Bienestar Animal, que permitirán mejorar el manejo y conseguir una mayor eficacia reproductiva, y por lo tanto, una mayor rentabilidad de la explotación.
El aumento del interés en este tema crea oportunidades para que los veterinarios tomen una nueva posición frente a aspectos científicos y tecnológicos, un nuevo rol social y educativo para mejorar la vida de los animales. A su vez, el personal encargado del cuidado animal debe estar familiarizado con el comportamiento específico de la especie porcina.
Ahora, se deben tener en cuanta un sinfín de elementos ambientales, así como aspectos del comportamiento de las cerdas. Estos criterios aportan bases para la selección de las reproductoras y la crianza de estas. Además, permiten predecir, previo al primer parto, su perfil temperamental y el efecto de este sobre los lechones. Estas observaciones permiten obtener beneficios a nivel productivo en porcicultura.
Finalmente, se recomienda que las hembras destinadas a reemplazo deben ser criadas por sus propias madres, con el fin de permitir el aprendizaje correcto durante la cría. Con el estudio del comportamiento de las cerdas se pueden disminuir las restricciones de movimiento que los animales poseen en las granjas intensivas confinadas.