Medios de Comunicación: Un Reto Pendiente.

En las celebraciones de aniversarios se corre el riesgo de limitar la perspectiva al propio ombligo; siempre es positivo ir a la búsqueda de otros retos pendientes cuando se hace balance, y quizás en el momento de este cincuentenario que me siento honrado en vivir, sea también un lugar idóneo para reflexionar, desde lo que no se ha conseguido, sobre el camino hacia la próxima cita.
Desde el punto de vista personal y profesional, como Académico, como veterinario y como clínico de animales de compañía, creo que el mayor reto que no hemos sido capaces de alcanzar es el del acceso de los medios de comunicación.
En estos cincuenta años que celebramos es obvio que han cambiado muchas cosas en el mundo, en la sociedad, en la profesión, en esta Academia, en todas las especialidades veterinarias y también en los medios de comunicación; incluso, si se me permite el juego de de palabras, doblemente en este último aspecto pues han cambiado los medios, y también el concepto de la comunicación.
Y mi sensación, por lo que hace referencia a los temas veterinarios, y especialmente en el sector de las mascotas, podría definirse en una sola frase: faltan periodistas especializados y faltan especialistas capaces de comunicar. Tampoco se puede obviar, en segundo término, la búsqueda de los caminos para acceder a los medios.
Este problema, a mi entender, es común a todos los aspectos de la profesión veterinaria, sin que el mundo de las mascotas sea una excepción; quizás se pueda aceptar que sea en esta ámbito de los animales de compañía donde el público conozca aceptablemente el papel de veterinario, mejor de lo que lo conoce, por ejemplo, en el control sanitario de los alimentos, en la producción o en la industria. Y aún a pesar de conocerlo y reconocerlo, lo coloca por detrás de otras opiniones no profesionales pero que le parecen más próximas (comerciantes, peluqueros, criadores, etc.)
Lo que comento es así a pesar de que todo lo relacionado con los animales de afecto es sin duda un tema atractivo y de éxito garantizado en cualquier medio, ya sea una sección fija de un periódico, una página de Internet o un programa de televisión. Conocemos este interés y este atractivo pero no somos capaces de explotarlo, de manejarlo, de utilizarlo, en el sentido positivo de la expresión, en beneficio de los animales, de los propietarios y de la profesión porque no podemos olvidar que la comunicación puede, y quizás debe, tener siempre una perspectiva de información y de educación. De hecho los conceptos de comunicar, informar y educar, forman una ecuación en la que pueden relacionarse ente ellos con diferentes signos.
Sirva como muestra un ejemplo: la primera entrega de la película Beethoven estuvo prohibida durante más de un año en los cines de EEUU porque daba una visión negativa de la profesión porque el “malo” era el veterinario; aquí, series como la que produjo TV3 y que ha pasado por otras cadenas (“Veterinaris”), no sólo no tuvieron ningún reparo en utilizar el nombre de la profesión si no que no permitieron en ningún momento un asesoramiento profesional. Ahora, programas similares siguen sus mismos pasos. Sólo en contadas (puede decirse repetidas) excepciones hay un profesional con papel significado en el enfoque y en el resultado final.
Y no hablemos del nefasto manejo informativo que se hizo en casos como el de la Gripe A y el papel de los gatos en su difusión, o en la encefalopatía espongiforme, o en el de la gripe aviar y el riesgo vinculado a las aves de adorno, Puede calificarse de milagro el que no hubiera habido peores nefastas consecuencias para millones de mascotas.
En otras informaciones se trasluce un enfoque demasiado sospechosamente ligado a un interés comercial que posiblemente desacredita parcialmente el contenido.
Hace falta que entidades contrastadas (Asociaciones, Colegios, Consejos de Colegios,…) y especialmente las Academias como garantes del nivel científico dispongan de una voz reconocida y sean tomadas como fuente de referencia para cualquier información que llega a la luz pública.
¿Quién tendrá conocimiento de este cincuentenario, de lo que hay tras él, de la labor científica?; ¿a quién llegarán estas humildes líneas de mi colaboración? Creamos publicamos hacia adentro, pero no hacía fuera; comunicamos con quienes ya están en el contexto que tratamos, pero no sabemos acceder al público, al consumidor, al propietario, incluso al comerciante o cualquier otro profesional del sector que no sea del ámbito veterinario.
No sólo no encontramos un lenguaje y un medio adecuados, sino que quizás ni tan siquiera tenemos analizado el perfil del receptor al que hemos de hacer llegar nuestro mensaje.
Hace bastantes años publicamos en la Revista Animalia, que he tenido el honor de dirigir durante 22 años, un interesante estudio, creo que único en su género, promovido en la UAB por el Prof. Jaume Balagué, en el que se analizaban las noticias y artículos aparecidos en la prensa sobre temas relacionados con los animales de compañía: cuántos estaban firmados por un veterinario o por un periodista especializado, cuál era el origen de los demás… y el resultado era patético y desalentador; las cosas, si miramos lo que aparece actualmente en los medios, no han cambiado casi nada.
Queda, por tanto, un trabajo arduo; hay que analizar todos los aspectos; quién trata los temas, qué temas se tratan, qué temas se quedan sin tratar y deberían tratarse, cómo se tratan los temas… Y sobre todo cómo se accede a los medios. Porque no podemos despreciar lo que aporta el acceso a los medios, y sobre todo no podemos desperdiciar la oportunidad de comunicar aquello de nuestra profesión que conviene para el bien social.
Posiblemente nos faltan académicos periodistas o periodistas académicos; tal vez necesitamos una Comisión de relaciones públicas y medios de comunicación; cualquier cosa que nos permita superar el reto.
Autor: Dr. Antonio Prats Esteve
Académico numerario
Fuente: “ Revista de l’ Acadèmia de Ciències Veterinàries de Catalunya”