Transparencia 54: La falta de transparencia estructural

Ya desde tiempos antiguos tenemos pruebas históricas sobre la voluntad de imponer, las condiciones de vida, a los ciudadanos desde el poder. Ciro el Grande (550 antes de nuestra era) conquisto un amplio territorio, aunque Ciro alardeaba de haber conquistado todo el mundo, y lo hacía bajo la idea de» Os conquistamos para vuestro propio beneficio». Este modelo ha sido seguido por todo tipo de imperios. Parten de un principio, cuya legitimidad se auto atribuyen, para justificar sus actos.
La denuncia de esta situación en tiempos modernos la realizo Friedrich Nietzsche en su libro
«Así hablo Zaratustra» al señalar que los estados usan argumentos tales como «Yo el Estado, soy el pueblo» o «No hay nada más grande que yo sobre la tierra»
Otros por el contrario, aun compartiendo la misma voluntad de imponer sus designios, buscan la legitimidad en la finalidad que persiguen. Así Napoleón escribió su famoso «El fin justifica los medios» como un comentario a la lectura de «El Príncipe» de Nicolás Maquiavelo.
Este comentario recibió su crítica más directa en la frase «Todo lo dora un buen fin, aunque lo desmientan los desaciertos de los medios», de Baltasar Gracián en su obra «Oráculo manual y arte de la prudencia».
Quizás en nuestro tiempo podríamos completar la frase de Baltasar Gracián actualizándola en
«Todo lo dora un buen fin o un buen origen, aunque lo desmientan los desaciertos de los medios» ya que en los medios, ha quedado demostrado, se alberga la falta de transparencia y la corrupción sin importar si el modelo de imponer los designios a los ciudadanos proviene de un modelo finalista, o de origen, más o menos disfrazados de democracia.
El poder que le otorga al funcionario o al político una legislación finalista o de origen es el mismo, la motivación y forma de alcanzar este puesto de poder es el mismo. Sea cual sea el modelo es invadido fácilmente, por corruptos, que se amparan en la falta de transparencia estructural del modelo y que está en la raíz de cualquier sistema que imponga su voluntad basándose en un fin o en un principio y auto atribuyéndose legitimidad.
La pregunta que se hacen los afectados, por esta situación, es: ¿si nosotros los ciudadanos privados afectados no somos iguales, ni en derechos ni deberes, al ciudadano estado que se auto atribuye legitimidad en base a su origen o su fin, que esperanza queda de erradicar la corrupción?