Marcas y Patentes: Propiedad industrial
Por: Juan Carlos Artigas

El mundo de las patentes y, por ende, la propiedad industrial siguen siendo grandes desconocidos en el tejido empresarial valenciano. Por una parte parece incuestionable que el concepto de la I+D+i está en boga en el ámbito público y privado, donde se reconoce que el grado de innovación constituye un importante índice de progreso económico y que la propiedad industrial representa uno de los activos más valorados en las transacciones comerciales.
No obstante, parece que no se otorga la suficiente importancia a aspectos tan esenciales como la protección y, sobre todo, la rentabilización de la innovación que surge de nuestras empresas. Si bien las PYMES suelen ser la fuerza motriz que impulsa la mayor parte de las innovaciones en la Comunitat, no siempre saben explotar plenamente su capacidad innovadora, ya que muchas desconocen el sistema de propiedad intelectual y, en particular, las ventajas que ofrece patentar.
Esta falta de información se manifiesta claramente en el desconocimiento de los actores implicados en I+D (centros de investigación, universidades, Administraciones y sector privado) y de las herramientas y mecanismos que pone a nuestro alcance la propiedad industrial.
Patentes y rentabilidad
Las patentes son títulos que confieren a su titular un derecho de exclusiva, un monopolio de fabricación y comercialización en un área geográfica determinada y por un tiempo determinado. Son instrumentos que ayudan a establecer un equilibrio entre los intereses del innovador y el interés público, ya que las recompensas previstas en el sistema de patentes (monopolio temporal y posición de ventaja respecto a los competidores) aumentan la motivación para seguir creando nuevos productos y procedimientos. Esta recompensa en forma de derecho de exclusiva permite recuperar la inversión en I+D, cuestión importante si tenemos en cuenta que dichas inversiones pueden ser considerables.
Las patentes no son solo una herramienta destinada a impedir su uso a terceros. Hoy sigue cobrando fuerza la idea de rentabilizarlas a través de la concesión de licencias sobre productos, máquinas o procedimientos patentados, o incluso a través de la cesión de la propia patente o cambio de una compensación económica. Las licencias proporcionan a los titulares de la patente ingresos en concepto de regalías y permiten a los licenciatarios la explotación de la invención, ampliando así el abanico comercial de uno y otro lado. En esas transacciones, los licenciatarios pueden introducir mejoras o crear obras derivadas y desarrollar sus propios activos de propiedad industrial, que luego pueden ser objeto de licencia recíproca o de licencia a terceros. Se crea, así, un ciclo muy productivo de transacciones comerciales y de invenciones.
Otro punto de interés para las empresas que innovan es el conocimiento del llamado “estado de la técnica”, es decir, la totalidad del acervo tecnológico existente hasta la fecha en un campo técnico determinado. La plena divulgación de la invención es la contrapartida que se obtiene por la concesión de una patente. Por esa razón, las bases de datos sobre patentes, que son públicas y accesibles, son una rica fuente de información técnica que puede utilizarse siempre que no se infrinja la patente. El conocimiento de dicho estado de la técnica no solo es necesario en el momento de vender un producto, cuando puede que sea demasiado tarde, sino en el momento de decidir las inversiones en I+D para orientarlas de manera adecuada. Conocer el estado de la técnica puede ser decisivo para saber si una nueva invención es patentable o si una patente que nos ataca es válida; y, también, para evaluar el riesgo de infracción de un nuevo producto o procedimiento.
En definitiva, cualquier empresa con un mínimo potencial innovador debe plantearse una política de protección de sus invenciones y de conocimiento de las patentes existentes en el sector técnico en el que desarrolla su actividad.
Las empresas deben ser capaces de convertir las ideas en activos comerciales con un verdadero valor de mercado. Es evidente que, patentar conlleva unas ventajas indudables, pero también un coste que puede ser importante. No se trata de patentar todo aquello que se inventa, sino de centrarse en aquellas invenciones que hayan requerido una inversión más importante y que, realmente, permitan diferenciarse de la competencia.
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