Los cloroplastos que en un momento de la evolución, hace 3800 millones de años fueron células libres primigenias, presentan una evolución individual que fue transmitida al resto de las células derivadas de ellos.

Los cloroplastos se reproducen por bipartición y duplicación de su ADN circular que es diferente al ADN de la célula eucariota que lo alberga actualmente. Consecuencia de este proceso se producen dos cloroplastos no diferenciados denominados proplastos.

La diferenciación del proplasto se realiza en función del ambiente del citoplasma de la célula que lo alberga. Debido a la ausencia de áreas de silenciamiento genético, en el ADN circular, la expresión de cualquier gen responde a los estímulos externos recibidos:

(1)Si existe exposición a la luz el proplasto evoluciona a cloroplasto aumentando de tamaño y desarrollando tilacoides que se acumulan en forma de granas donde se almacenaran los carbohidratos.

(2)Si no existe exposición a la luz los proplastos evolucionan a etiplastos que constituye una forma evolutiva intermedia poco diferenciada. De ahí se originaran leucoplastos en las raíces y cromoplastos en algunas células vegetales especialmente en los frutos.

Finalmente los cloroplastos pueden llegar a la senectud convirtiéndose en gerontoplastos con acumulación de carotenoides, adquiriendo un color amarillo rojizo, y entrando en una fase irreversible.

En conclusión podemos afirmar que en el ADN circular de los cloroplastos se encuentran cifradas, no solo las instrucciones de la formación de los ribosomas y la biosíntesis de materia orgánica, sino también las claves de la diferenciación o especialización celular y de la muerte celular que en los siguientes millones de años seguirían todas las células existentes.