Editorial 23: UE… Y ahora las Harinas de Carne.
En Editorial XXI anunciamos el cambio de normativa europea en el etiquetado de los alimentos. La ola de cambios se extiende, ahora, a la normativa sobre uso de harinas de carne en los alimentos para peces, aves y ganado porcino.
La estricta normativa actual se originó, hace 15 años por la alarma causada, ante el anuncio de que existía relación entre la encefalopatía espongiforme bovina (ESB) y la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ). Se atribuyeron más de 2.000 muertes a esta enfermedad cuyo presunto agente causal, el prion, se introducía en la cadena alimentaria por el uso de harina de carne procedente, de animales enfermos, en la alimentación del ganado vacuno y al hombre por consumo de carne y tejidos nerviosos vacunos.
Sin embargo es necesario recordar algunos hechos que pueden ayudarnos a descubrir alguna verdad oculta entre las apariencias:
1. Las encefalopatías espongiformes son enfermedades degenerativas del sistema nervioso que existen en todas las especies animales incluido el hombre y que son conocidas por lo menos desde 1933 (maedi visna).
2. Sin embargo las informaciones de la época solo señalaban la encefalopatía espongiforme bovina como origen de la infección humana.
3. En la época se difundieron, en la mayoría de las televisiones estatales del mundo, episodios de algunas series de ciencia ficción o de viajes, que presentaban extrañas enfermedades nerviosas en trabajadores de mataderos de aves y otros animales debido a las contaminaciones así como enfermedades nerviosas en viajeros que probaban determinados platos cocinados con cerebro y otros órganos de animales. Ninguna de estos episodios estaba avalado por ninguna autoridad científica pero la difusión se realizó de forma reiterativa y universal.
4. La principal operación sanitaria, relacionada con el sacrificio masivo de bovinos se realizó en el Reino Unido, por cuyo motivo este país recibió abundantes subvenciones europeas, en un momento coincidente en el tiempo con la implantación denominado cheque británico y la política agraria común (PAC)
5. Las harinas de carne se han seguido utilizando en la mayoría de los países extracomunitarios sin una alarma sanitaria en estos países
6. La eliminación de la prohibición también coincide en el tiempo con el estudio de la eliminación del cheque británico y la reforma de la PAC.
Transcurridos 15 años la Comisión Europea ha propuesto levantar parcialmente (aunque en la práctica se abriría el camino al uso normalizado) la prohibición de usar harinas de carne en la alimentación de peces, aves y ganado porcino. Paralelamente el Consejo Nacional de la Alimentación francés ha considerado positivamente esta propuesta.
Si la operación prospera estos productos, que se rebautizarían como Proteínas Animales Transformadas (PAT) tendrían que ser fabricados a partir de restos de animales cuya muerte se haya producido en condiciones controladas. No podrían utilizarse animales de los que se desconozca su causa de fallecimiento o que hayan muerto por una enfermedad. Los PAT, por tanto, habrían de provenir de animales considerados sanos y no podrían ser usados en la alimentación de animales de la misma especie.
Si la operación prospera deberemos hacernos algunas preguntas:
1. ¿Eran realmente peligroso el uso de harinas de carne en alimentación animal?
2. ¿Existía la infección cruzada entre especies ya que la reforma actual recomendaría el uso en otra especie distinta?
3. ¿Existía realmente la conexión entre ESB y ECJ humana si la reforma actual considera segura el uso en otra especie distinta?
Si finalmente resultara que la respuesta «NO» es la adecuada, en las tres preguntas, y la normativa europea cambia deberíamos hacernos las mismas preguntas que formulábamos en la editorial XXI y que reproducimos:
«Ante situaciones, tales como esta, uno siempre se pregunta si las legislaciones, que por exageradas, se convierten en contraproducentes, para la población general de la Unión Europea en la que viven 79 millones de personas por debajo del umbral de la pobreza , se implantaron de buena fe o habiendo un conocimiento de su ineficacia se implantaron como instrumento de intervención para favorecer a algunos lobbys (perjudicando en consecuencia a quienes no estaban integrados en los mismos) o para que algunos funcionarios (casi nunca de carrera) utilizaran esta plataforma para su enriquecimiento (ofreciendo servicios).
Si las medidas se implantaron de buena fe o como reacción a algún problema de seguridad alimentaria, aunque hayan sido contraproducentes, deberían merecer la reprobación del actual parlamento. Sin embargo si las medidas se implantaron bajo presión, de algún lobby o en busca del intervencionismo y del enriquecimiento personal, el actual parlamento debería perseguir penalmente a sus autores y a quienes se enriquecieron poniéndolo en práctica.»
La Unión Europea necesita una reflexión serena, en muchos aspectos organizativos, ya que como consecuencia del actual déficit público se está demostrando que muchas medidas de corrección dejan al descubierto la falta de necesidad de las medidas anteriores y cuestionan la veracidad de los argumentos usados en su momento. Es hora de pedir seriedad, profesionalidad y también responsabilidades ante el desastre que padecen los ciudadanos europeos y la creciente sensación de haber sido engañados y estafados para beneficio de algunos.