LUCA vegetal: el primer LUCA. Divulgación 117

Charles Darwin, al final de su obra El origen de las especies, escribe: «Hay grandeza en esta visión de la vida, con sus diferentes fuerzas, que ha sido alentada desde unas pocas formas o desde una sola».
Charles Darwin estaba definiendo, aun sin nombrarlos, a un conjunto de formas de vida que coexistieron durante 600 millones de años (entre 4100 y 3500 millones de años atrás) y que, finalmente, se concretaron en Archea, Bacteria y Eucaria, o una forma única que se ha denominado LUCA, por sus siglas del inglés de Último Ancestro Común Universal.
En esta entrada, intentaremos conectar conceptualmente ambos grupos partiendo de un criterio de ordenación diferente. En la actualidad todos los seres vivos pueden agruparse en dos entidades: aquellos capaces de producir su alimento a partir de una fuente energía externa y aquellos que necesitan el alimento producido por los anteriores como fuente de energía. Llamaremos a los primeros «células vegetales» y los segundos «células animales«.
LUCA vegetal y LUCA animal
Podemos considerar que todas las células vegetales proceden de un LUCA vegetal y todas las células animales proceden de un LUCA animal. Considerando que el LUCA animal depende del LUCA vegetal para su alimentación, es incuestionable que primero tuvo que existir el LUCA vegetal. La pregunta es: ¿La formación del LUCA animal fue independiente del LUCA vegetal? o ¿El LUCA animal se formó a partir del LUCA vegetal?
Aun y teniendo en cuenta que las células animales y vegetales actuales comparten muchas funciones comunes, el ADN circular vegetal tiene mayor información genética y otras «habilidades» no codificadas que el ADN circular animal. En este sentido, parece más probable que la formación del LUCA animal derive del LUCA vegetal.
Esta hipótesis permite explicar la dependencia de lo animal respecto de lo vegetal y, a la vez, la comunidad de procesos bioquímicos entre ambos tipos de células. Así, la capacidad de producir oxigeno, carbohidratos y aminoácidos esenciales es exclusivo de las células vegetales. La pérdida de estas capacidades se originaría por la pérdida de tamaño del ADN circular animal.
Esta hipótesis nos ha permitido centrar nuestra investigación actual en tres líneas experimentales
(1) Capacidad del ADN circular vegetal de «atraer selectivamente» a su superficie moléculas anfóteras y bipolares para formar una primitiva membrana celular.
(2) Capacidad de esta estructura para formar un vacúolo que albergue un citoplasma incipiente.
(3) Capacidad del ADN para formar ARN como base del primer orgánulo ribosómico.
En próximas entregas de este blog informaremos de los resultados de la investigación citada.