De nefridios a nódulos linfoides de los mamíferos. Divulgación 53

De todos los orígenes de los órganos, el origen del sistema inmunitario de nódulos linfáticos de los animales pluricelulares vertebrados, es el más complejo junto con el origen del sistema nervioso central (ver blogs de divulgación nº 13, 16, 17 y 48). Ambos sistemas inmunitario y nervioso comparten un modelo primitivo, una cadena ganglionar presente en los anélidos marinos (hace 600 millones de años) del tipo escalera de cuerda, como origen orgánico manteniendo en el caso del sistema nervioso una función sensorial y en el caso del sistema renal-linfático una función de filtración química y biológica.
Los nefridios de los anélidos son órganos distribuidos, en forma de pares, por cada anillo corporal cuya función es la de filtrar y eliminar deshechos metabólicos. Podemos encontrar dos tipos de nefridios: metanefridios, con salida exterior del anélido, y protonefridios sin salida al exterior.
Se sabe que los algunos metanefridios evolucionaron, a través de los diferentes tipos de animales (anélidos, platelmintos, artrópodos y moluscos), hasta dar origen al riñón de los animales vertebrados y que estos riñones tenían, en sus orígenes, funciones inmunitarias.
Sin embargo, a parte del par de nefridios que dio lugar a los riñones, la mayoría de la cadena de pares de metanefridios y los protonefridios se organizaron, filogenéticamente, en una red bilateral y simétrica ramificada de conductos, capilares, tejidos linfoides asociados a mucosas digestivas y respiratorias, nódulos y algunos órganos específicos (timo y bazo).
Los conductos y capilares son fruto de la evolución de los canales de conexión entre nefros con el exterior, mientras que los tejidos linfoides, carentes de cápsula, asociados a mucosas, son la primera señal de organización tisular situada en las mucosas respiratoria y digestiva.
Los nódulos linfáticos constituyen tejidos especializados compuestos por una área conectada al exterior (post-metanefridios) y otra área ciega sin conexión exterior (post-protonefridios) y se encuentran a los largo de los conductos linfoides derecho e izquierdo. Están compuestos por corteza, médula (post-metanefridios y post-protonefridios) y vasos.
Estos post-metanefridios y post-protonefridios asociados constituyen los nódulos linfáticos primitivos actuando como un sistema de filtración especializada, en filtración de agentes biológicos, a diferencia del riñón que se ha especializado en un sistema de filtración química.
Por tanto riñones y nódulos linfáticos comparten funcionalidad (filtración), morfología externa e interna y su estructura orgánica compleja aparece con antelación al sistema circulatorio sanguíneo. Así el riñón, en la porción del pronefros o riñón anterior, se comporta como órgano linfoide primario en peces y algunos anfibios, los reptiles presentan nódulos linfoides primitivos alrededor de grandes vasos como aorta y cava, y las aves, con una línea evolutiva diferente de los mamíferos, presentan unas formaciones linfoides equivalentes a los nódulos pero que carecen de cápsula (placas de peyer, válvulas ileocecales) y los mamíferos, manifiestan ya cápsula y centros germinales o folículos linfoides secundarios en los nódulos linfoides.
Estas cadenas de nódulos linfáticos tienen especial importancia porque son el origen de la cadena lumboaórtica de nódulos centinelas de la que dependen las cadenas secundarias de defensa del intestino, riñón, bazo, hígado, estomago, bronquios, articulaciones, espacios subcutáneos, orejas, ojos y tráquea. Su infección por bacterias, como Actinobacillus, constituye el mecanismo de infecciones productoras de inmunodepresión.
Meta y protonefridios
Cadena lumboaórtica
Ganglio linfático