Editorial 66: Hambre Cero para 2030

El objetivo burocrático es Hambre Cero para 2030, pero la realidad es que, en 2018, 821 millones de personas padecieron hambre y 150 millones de niños sufrieron retraso en el crecimiento, según los responsables de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO); el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA); el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF); el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Dicha información, plasmada en «El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018″, presentado el pasado 11 de septiembre, supone que, lejos de mejorar la situación, en el periodo 2016-2018 los niveles de inseguridad alimentaria han retrocedido a los existentes en 2008.
Finalmente, el informe señala que los factores que causan este aumento del hambre son:
(1) Los conflictos
(2) El clima
(3) La ralentización económica
A partir de esta información desde Veterinaria Digital, calculamos lo siguiente:
(1) Si la cantidad de 150 g diarios de proteína son suficientes para la normal nutrición de una persona, cada millón de personas necesita 150 millones de gramos diarios, es decir, 150.000 kg diarios de proteína.
(2) En ciclos de 60 días equivale a 9 millones de kg de carne, es decir, 3.6 millones de pollos de 2.5 kg cada uno.
(3) Así, cada millón de personas necesitaría 21.6 millones de pollos anuales. Los 821 millones de afectados por el hambre necesitarían 17.733 millones de pollos anuales.
(4) Teniendo en cuenta que las 50 primeras empresas avícolas producen alrededor de 50.000 millones de pollos anuales, bastaría con que estas empresas aumentaran un 30% su producción.
Este calculo, basado en el incremento exclusivo de la producción de pollo en sólo las principales empresas avícolas, aun siendo muy factible, lo sería todavía más si, a este esfuerzo productivo, se sumasen todas las empresas del sector y otros sectores productores de proteína «popular», como la tilapia, la avicultura de puesta y los productores de camaron.
Así pues, podemos llegar a una primera conclusión: solucionar el hambre no es un problema de capacidad productiva, sino un problema de voluntad política.
Y la pregunta que surge es: ¿Cómo se demuestra, inequívocamente, la voluntad política de resolver el problema del hambre?
En Veterinaria Digital consideramos que una forma sería incorporando a las constituciones de cada país, no solo los derechos de los ciudadanos, sino también la obligación de los Estados de priorizar en sus presupuestos y normativas la satisfacción mínima de las necesidades nutricionales diarias , de espacio de vivienda por persona, de acceso a cantidad diaria de agua potable, acceso a cantidad energética diaria para la temperatura, etc.
Está bien que las constituciones recojan, con todo lujo de detalles, cuáles son los órganos legislativos, ejecutivos y judiciales de cada país, pero es deprimente ver el vacío en la descripción de las necesidades ciudadanas, también, con todo lujo de detalles.
No es necesario que los estados produzcan. Sería suficiente con que los estados adquieran el compromiso de garantizar que alguien produzca. De esto se trata, de un contrato social entre el estado y los ciudadanos, que ceden algunos de sus derechos al estado.
Quizás así, sí se cumpliría el objetivo Hambre Cero 2030 y, de paso, quizás habría menos jubilados, o trabajadores por debajo del límite de pobreza y menos descontento social.