Editorial 53: No olvidar lo básico
La utilización exagerada de determinados adjetivos como dinámico, potente, etc. acaba produciendo en el lector una especie de desasosiego para alcanzar cualquier cosa nueva y el olvido de lo básico.

Un repaso rápido a través de los congresos veterinarios generalistas o específicos de los medios de comunicación generales o publicaciones científicas nos llevará indefectiblemente a una sensación de inquietud por ir más allá de la normalidad. La utilización exagerada de determinados adjetivos como dinámico, potente, etc. acaba produciendo en el lector una especie de desasosiego para alcanzar cualquier cosa nueva y el olvido de lo básico.
Nos preocupamos por el ébola (es la novedad en Occidente) pero olvidamos la devastación universal de la tuberculosis y la malaria, nos preocupamos por la epigenética del colesterol pero olvidamos la devastación mundial del alcohol y el tabaco, nos preocupamos por las tarjetas de crédito para ejecutivos bancarios y nos olvidamos del incremento salvaje de la deuda pública (sin destino conocido de los fondos) y de la destrucción de puestos de trabajo por el exceso de regulación, nos preocupamos por la aparición de dos tintoreras en una playa y nos olvidamos de la precariedad de las empresas pesqueras y conserveras, nos preocupamos por la ecología y nos olvidamos de la ruina de las empresas agrícolas y ganaderas.
Es tan excesivo el afán por la novedad que nos olvidamos de lo básico en lo social, lo laboral, lo personal y hasta en lo científico y por relación en lo tecnológico así como de su regulación.
En lo social, laboral y personal se hace necesario regresar a lo básico. Los líderes morales, políticos y éticos deberían diseñar un esquema vital sosegado que ponga en valor los parámetros básicos de la vida ciudadana empezando por la normalidad del día a día que permita una distribución de los tiempos diarios, semanales o anuales basada en la serenidad y el respeto a la opinión de los ciudadanos sobre temas que les afectan en su día a día.
De lo científico, tecnológico y sus regulaciones destacaremos un síntoma preocupante: la hipertrofia. Para justificar, lo injustificable en ocasiones, llegamos a la necesidad constante de primicias informativas científicas, tecnológicas y regulatorias de forma que la actualidad mantiene un ritmo desenfrenado de novedades sobre mutaciones de virus, sobre nuevas tecnologías y regulaciones en sectores suficientemente regulados o sin necesidad de regulación. Y cuando la hipertrofia induce a la necesidad de primicias, llegamos al desasosiego ciudadano, quien es permanentemente sorprendido por escenarios dignos de "Matrix" lo cual le lleva a la crispación o al agotamiento sociológico.
Mientras la realidad le indica a un forense veterinario que en las granjas existen problemas básicos de manejo general, de micotoxinas, de infecciones de transmisión vertical, de bronquitis infecciosa en aves y Actinobacillus en cerdos cuando se acude a los proceedings de los congresos avícolas y porcinos de determinados países aparece una realidad de "Matrix" sobre nanotecnología, nuevos paradigmas, problemas metabólicos emergentes, enfermedades emergentes, nuevas serovariantes, estudios avanzados, vigilancias pasivas y demás lindezas.
En resumen manipulación del significado de las palabras para intentar dar esta sensación de ir más allá de la normalidad. Parece como si gestionar de los problemas reales fuese anticuado y poco interesante mientras que hablar de nuevos paradigmas fuese muy interesante y moderno. Claro que enfrentarse y solucionar problemas reales requiere estudio, constancia y compromiso mientras que solucionar supuestos problemas, que pueden no llegar a existir, es menos pesado y puede cambiarse de discurso rápidamente a un nuevo discurso y, sobre todo, no implica compromiso con la sociedad.