Editorial 52: Las clases extractivas y reposición de lo extraído
Aunque uno, inocente inconsciente, se resista a pensar que es verdad, la realidad nos demuestra, una y otra vez a lo largo de la historia , que simultáneamente a la organización de los primeros estados se instaló una clase extractiva que en vez de extraer su sustento de la agricultura, la ganadería o la minería , obtuvieron su riqueza del saqueo de la economía de sus conciudadanos (quizás por aquello de considerarlos vasallos) o del saqueo de la economía pública (quizás por aquello de que el dinero de todos no es de nadie).
Ya sea mediante el proceso de las puertas giratorias, ya sea mediante el trabajo simultaneo de cargo público y asesoramiento privado, ya sea mediante la exigencia de comisiones (mejor llamadas mordidas), ya sea accediendo directamente a los fondos públicos mediante empresas familiares de cargos públicos, ya sea saqueando y endeudando cajas de ahorro, ya sea…. Así podríamos continuar hasta completar un verdadero manual de la delincuencia organizada, mediante cuyo ejercicio, las clases extractivas han vivido sin realizar trabajo productivo conocido destinado al interés general.
Hasta aquí, como en todo drama, la presentación seguida del desarrollo. Pero como en toda técnica, dramática, debe existir un desenlace que consiste en que una parte se impone a la otra de forma abrupta o paulatina.
En los últimos tiempos vemos, en muchos países, como la técnica dramática va mostrando el desenlace de un saqueo, individual o colectivo amparado en organizaciones que ha durado decenas de años: confesiones de delitos al día siguiente de la prescripción legal del delito, dimisión del cargo acompañado de la obtención de otro cargo que conlleva protección legal, jubilaciones millonarias y así hasta completar un verdadero manual del trilero.
Los ciudadanos asistimos atónitos mientras los delincuentes, se van escapando por todos los agujeros posibles de los mimbres estatales, en un proceso de regeneración supuesto o incompleto.
No existe regeneración mientras no se recupere el dinero, los bienes o las actividades expoliadas y los delincuentes vayan a la cárcel lo mismo que no existe final para una guerra mientras los criminales de guerra, contra la población civil, no son condenados, o no existe final de un asesinato mientras el asesino este libre o no sea condenado aún después de su muerte.
Aunque la transparencia y la eficiencia en el uso de los recursos públicos sean parte de la regeneración, esta quedará incompleta o será falsa, sin la reposición del dinero, los bienes extraídos o las actividades sustraídas.