Editorial 43 : Tejidos del pasado, carne del futuro.
En nuestra editorial de 02 abril de 2012, a propósito de un razonamiento sobre bienestar animal y nutrición humana, escribíamos:
«Finalmente queremos señalar que si seguimos insistiendo en introducir parámetros humanos en la producción de proteína, a imitación de algunas películas que atribuyen sentimientos y comportamientos humanos a los animales, estaremos poniendo en peligro el abastecimiento de proteína a una creciente población y abocaremos a la humanidad a la producción de proteína mediante cultivo de tejidos en laboratorios/granja y todo en base a la defensa de una filosofía naturalista.»
Este razonamiento aparentemente descabellado, tenía un sólido origen en los estudios de Alexis Carrel (1873-1944) premiado con el Nobel de Fisiología en 1912 por su trabajo acerca de sutura vascular, y trasplante de vasos sanguíneos y de órganos. Para ello Carrel estudió la forma de cultivar tejidos, en el laboratorio una vez aislados del organismo original, basándose en las técnicas descritas por Sidney Ringer (1882 solución salina isoosmotica) y Wilhelm Roux (1885, cultivo in vitro de médula de embrión de pollo).
Durante dichos estudios consiguió cultivar musculo cardiaco en forma continuada.
El 17 de enero de 1912, en el Instituto Rockefeller de Nueva York, aisló un trozo músculo cardiaco de embrión de pollo sin eclosionar y lo cultivo en un medio compuesto por plasma sanguíneo y liquido embrionario aviar en un matraz de su diseño. Cada cuarenta y ocho horas duplicaba su tamaño y debía ser transferido a un nuevo frasco una vez recortado. En 1946 treinta y cuatro años más tarde, más largo que el tiempo de vida de un pollo en sí, el tejido seguía creciendo. Aunque sus detractores alegan que no crecía el musculo original sino las células madre contenidas en el líquido embrionario, hay que reconocerle a Carrel la invención de hacer crecer «in vitro», musculo a partir de musculo o a partir de células madre embrionarias.
Han transcurrido 100 años y los estudios de Carrel tienen su materialización en la presentación en Julio 2013, por parte del Dr.Mark Post de la Universidad de Maastricht, dela primera hamburguesa producida con proteína de células madre de vacuno cultivadas en el laboratorio. Aunque el Dr. Post considera que puede mejorarse con la inclusión de adipocitos, con una mejora de la textura y que deberá seguirse una regulación sanitaria especifica ; estamos seguros que en unos años más, esta carne alternativa, estará presente en el mercado como un complemento a la actual producción en granja.
Sin embargo, a pesar del presunto efecto invernadero, del metano emitido por los rumiantes, de las consideraciones sobre bienestar animal, defendidas por respetables grupos sociales, y de la creciente demanda de proteína, señalada por organizaciones internacionales , debemos considerar algunos interrogantes de interés:
(1) La incógnita sobre las patentes sobre el uso de células madres para producir carne en cultivos in vitro
(2) Los peligros para el patrimonio genético ancestral avícola y ganadero, ya bastante mermado por la industrialización, de estirpes genéticas modernas en la avicultura y porcinocultura actual.
(3) El incremento de la posibilidad de acumulo de residuos ya que no existe ningún mecanismo de eliminación de los aditivos empleados en los caldos de cultivo, ni de sus metabolitos , ni de los restos del propio metabolismo celular, al no existir riñones o hígados como vía de decodificación ni eliminación.