Editorial 15: Cambios de hábitos y estallidos sociales.
«Vamos a tener tolerancia cero con…» o «ajústense al instructivo…» o «necesitamos más exigencias para….» o «en su solicitud de información… No entendemos que pretendan que….» o «en cuanto a su solicitud de… deberán adjuntar los documentos…..» o «no se acompaña la documentación técnica ni la tasa correspondiente…» son expresiones que no pueden por menos que producir asco en las personas que las escuchan.
No existe justificación alguna para que quienes trabajan, al servicio del ciudadano, se dirijan en tal forma, a quien le paga el sueldo a través de sus impuestos, ya sea mediante los medios de comunicación o en escritos dirigidos a una persona o empresa.
El cumplimiento de la ley es necesaria, también lo es que la acción de la administración sea justa y, es imprescindible, que quien utilice esta terminología tenga autoridad moral reconocida por su interlocutor y que el orador o escritor exija a la vez a la propia administración que se aplique, así misma, estrictamente la legislación del país.
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Exigir condiciones al administrado y dirigirse a él en forma inadecuada, cuando de forma paralela no se cumplen las condiciones que se imponen al ciudadano es algo que produce asco.
Cambiar los hábitos lingüísticos por expresiones como:» pondremos todo nuestro esfuerzo al servicio del ciudadano para evitar situaciones como….» o » por favor colaboren con nosotros en la tramitación de su documentación…» o «agradeceríamos que nos aclaren su escrito en los siguientes aspectos…..» o «buscaremos en nuestros archivos los documentos anexos y en caso necesario les solicitaremos que nos ayuden…» son expresiones que denotarían cambios de hábitos en las administraciones publicas si quienes las utilizan son coherentes con su significado.
El cambio de hábitos lingüísticos, y su aplicación, redundaría en beneficio de la transparencia en la administración y en definitiva en beneficio de todos.
Una administración que utilice términos inadecuados; que no informe adecuadamente al ciudadano, que omita parte de la información; que entre en el juego miserable de incorporar expresiones vagas, para proteger la responsabilidad en que haya incurrido, o dar impunidad a sus miembros; que intente confundir al ciudadano en la maraña de la legislación; no puede ser más que motivo de asco por parte del ciudadano y esto tarde o temprano acaba con un estallido social. Lo hemos visto en muchos países hace poco y lo veremos en más países en los próximos meses o años.
Agricultores, ganaderos y avicultores son, con demasiada frecuencia, víctimas de los hábitos erróneos de las administraciones y en consecuencia los países pierden tejido productivo básico y devienen dependientes de la producción de alimentos del exterior. Este es el primer paso hacia el encarecimiento de la alimentación básica, el empobrecimiento de la población, el cierre de empresas, el aumento del paro y la decadencia económica y moral de un país.