Evolución hacia el cerebro humano. Divulgación 96

En 10 artículos anteriores de Divulgación VD (nº 3, 13, 17, 22, 28, 46, 48, 71, 76 y 86) hemos expuesto el origen y evolución del sistema nervioso. Desde la "escalera de cuerda" de los ganglios nerviosos de los invertebrados, que puede considerarse como la forma más primitiva del cerebro, pasando por el cerebro de los simios y homínidos hasta llegar al cerebro del H. sapiens cada par de ganglios, de la cadena primitiva, ha ido desarrollando y asumiendo estructuras cada vez más complejas tanto anatómica como funcionalmente. Estos cambios constituyen el proceso de cefalizacion y esta íntimamente relacionado con la aparición de nuevas habilidades en la nueva especie.
Con cada paso de cefalizacion varían el número de neuronas, la superficie, el volumen, el peso y la densidad de cada uno de los pares de ganglios que ya pueden denominarse lóbulos en los cerebros más desarrollados.
El cerebro de H.sapiens, está compuesto por 100.000 millones de neuronas, presenta una superficie de unos 2000 cm2 (1800 / 2300 cm2), un volumen de 1.300 ml (1.100 / 1.500 ml), un peso de 1450 g (1300 / 1600 g) equivalente a 0.8-2% del peso corporal y su densidad es de 66,6 millones de neuronas por ml y de 1.1 g/ml
En la última década se han presentado diversas hipótesis sobre la relación entre peso, volumen y superficie cerebral, con el grado de inteligencia humana, sin llegarse a un acuerdo final. Sin embargo si aplicamos las conclusiones, de estudios realizados en otras especies, nos inclinamos a defender la importancia del porcentaje de peso de una parte del cerebro en relación al peso total del mismo. Así un porcentaje elevado del ganglio olfativo dotara, a la especie que lo posea, de unas habilidades olfativas superiores a otras especies. No existe ninguna razón para pensar que en la especie humana pase algo diferente.
Sin embargo la dificultad de encontrar cerebros fosilizados de homínidos, al tratarse de un órgano blando de difícil mineralización, reduce notablemente el conocimiento de cómo el cerebro de los Australopitecos ha ido evolucionando hasta convertirse en el cerebro de H.sapiens. En este punto adquieren gran importancia los estudios realizados, por Dr. Ralph Holloway de la Universidad de Columbia, en los endomoldes de yeso, del interior de los cráneos de diversas especies, de homínidos, que pueden considerarse antecesores de H.sapiens. Estos estudios han podido determinar el volumen y reparto del mismo mostrando
Así algunos rasgos de los diferentes cerebros.
La primera característica destacable es el aumento continuado del volumen cerebral Australopithecus afarensis (-3.9 millones de años) 500 ml, Homo habilis (- 2.5 millones de años) 750 ml, Homo erectus (-1.9 millones de años) 1000 ml y Homo sapiens (-0,2 millones de años) 1.500 ml.
La segunda característica relativa a la estructura interna es el incremento constante, paso tras paso del desarrollo de lóbulos temporales (aumento de funciones visuales, auditivas y memoria), lóbulos parietales (aumento del equilibrio, coordinación y simbolismo en especial lectura y cálculos matemáticos) así como el abombamiento del área de Broca (tercera circunvolución del hemisferio izquierdo involucrada en el lenguaje y la comprensión)
De estas informaciones se puede deducir que la estructura interna del cerebro de H.afarensis tiene características (aunque menor volumen pero similar reparto) que anuncian el cerebro actual y confirman que, al igual que en otros seres vivos, la expresión de genes anteriormente "dormidos" contribuye a la aparición de nuevos órganos, su posterior evolución, y por tanto de nuevas oportunidades biológicas que la selección natural se ocupa de promocionar o de eliminar.