Editorial 17: 7000 Millones necesitan más ciudadanía y menos intervencionismo.
La población humana no ha dejado de crecer y a principios del siglo XIX se alcanzaron los primeros 1000 millones (1804); para pasar a los 2000 millones (1927); a los 3000 millones (1959); a los 4000 millones (1974); a los 5000 millones (1987); a los 6000 millones (1998); y llegamos a los 7000 millones (2011).
Los periodos de tiempo para incrementar la población, en 1000 millones de habitantes, se han ido reduciendo. Así para llegar de 0 a 1000 millones se tardó unos 150,000 años aproximadamente y para pasar de 1000 a 2000 (124 años); 2000 a 3000 (32 años); 3000 a 4000 (15 años); 4000 a 5000 (13 años); 5000 a 6000 (11 años); 6000 a 7000 (14 años)
Observamos un periodo antiguo y dos periodos modernos claramente definidos. El periodo antiguo abarca unos 10.000 años desde la implantación de la agricultura y la ganadería, en oriente medio y el lejano oriente, hasta el siglo XIX. El primer periodo moderno de 1800 hasta 1960 con periodos de 124 y 32 años respectivamente por cada 1000 millones de nuevos habitantes y un segundo periodo desde 1960 hasta 2011 con periodos de 11 a 15 años por cada 1000 millones de nuevos habitantes.
Las previsiones demográficas mantienen periodos de 14 a 18 años para nuevos incrementos de 1000 millones de nuevos habitantes (alcanzándose los 8000 en 2025 y los 9000 en 2043)
En este sentido podemos decir que el crecimiento poblacional se ha estabilizado pero aparecen dos motivos de desequilibrio en el horizonte: el aumento de consumo per cápita en muchos países y el círculo vicioso de desigualdad, pobreza, inseguridad alimentaria y altas tasas natalidad en otros países. En los periódicos encontramos cada día noticias sobre contaminaciones, sobre enfermedades ambientales y por desequilibrios nutricionales, en los países del primer grupo, y de conflictos, hambrunas, migraciones masivas y epidemias que son el reflejo del efecto del círculo vicioso citado en los otros países.
Al igual que Malthus, en el siglo XIX, hoy existen estudiosos que proponen soluciones alarmistas ante esta situación. Así se propone reducir el consumo de alimentos, reducir la tierra cultivable y reducir el consumo de agua y otros recursos naturales.
Afortunadamente está disponible el 62% de la tierra, ya que solo se cultiva el 38% de la tierra firme libre de hielo, y disponemos de prácticamente del 100% de la superficie marina en capacidad de ser considerada superficie productiva de proteína y de vegetales. Por tanto aun respetando un porcentaje razonable de tierra, destinada a la protección de la naturaleza, tenemos disponible tierra suficiente y poseemos tecnologías productivas desarrolladas y seguras.
Por tanto desde un punto de vista nutritivo estamos en condiciones de ofrecer alimentación adecuada, tanto en cantidad como en calidad, a las futuras generaciones. Solo nos falta una cosa, voluntad política de hacerlo, para poner en marcha programas educativos y que permita aplicar las tecnologías disponibles eliminando las trabas burocráticas, que en la mayoría de ocasiones, no son otra cosa que instrumentos de intervencionismo disfrazados de legalidad.
Por ello se hace necesaria una reforma en profundidad de las estructuras estatales y supranacionales para orientarlas hacia el servicio al ciudadano y alejarlas del servicio a los partidos políticos, y a los lobbys que los apoyan, sean de tipo que sean. En resumen con 7000 millones de habitantes necesitamos más protagonismo de la ciudadanía y menos intervencionismo.