Editorial 16: La necesidad de reformar las alertas sanitarias
Además de expresar nuestras condolencias a las familias de los fallecidos y lamentar la pérdida de vidas humanas, por el supuesto brote infeccioso en Alemania, parece razonable recordar que entre 2001 y 2003 la administración española decreto varias retiradas del mercado, de productos alimenticios y medicamentos veterinarios, basándose en el principio de precaución. La falta de fundamento, es decir la falta de peligro real para la salud pública, de dichas actuaciones ocasiono graves pérdidas a empresas españolas del sector alimentario y farmacéutico. En aquella ocasión ni los funcionarios, ni la fiscalía del estado, ni los cargos políticos implicados tuvieron en cuenta los razonamientos de las empresas afectadas y mantuvieron unas medidas, tan inadecuadas, como las tomadas ahora por Alemania contra determinadas verduras españolas… Finalmente gracias a la persistencia de las empresas implicadas la Sala 4ª de la Audiencia Nacional en 2005 revoco el procedimiento de retirada de determinado medicamento veterinario por haberse notificado a otras entidades antes que a los interesados y negando la existencia de riesgo grave e inminente, para la salud pública o la sanidad animal, y el Tribunal Supremo dictó sentencia en el año 2007 considerando nula la retirada de determinado aceite de orujo existente en el mercado español el día 3 de julio de 2001.
Curiosamente la administración española en los últimos días ha vivido una alerta sanitaria, decretada por la administración alemana, en relación con el consumo de determinadas verduras españolas supuestamente contaminadas con una cepa de E.coli.
Sin embargo ahora la actitud que presenta la administración española, de cara a la opinión pública, es la contraria a la de los años 2001-2003 y se oyen declaraciones, de indignación, reclamando indemnizaciones, al gobierno alemán, por actuar igual que actuó la administración española en su momento. Al respecto de todo ello parece oportuno realizar unas consideraciones científicas y una reflexión posterior.
Desde el punto de vista científico es inaceptable que se acuse, a un producto, como origen de una epidemia sin que se conozcan los principales datos. Deben tenerse en cuenta los principios de Koch, las características bioquímicas de microorganismo y la dosis infectiva necesaria así como el historial clínico de los afectados por la epidemia y otras posibles causas.
Desde el punto de vista reflexivo es inaceptable que se cierren los mercados, por un principio de precaución, como es inaceptable que quienes, también, han aplicado este principio aireen, en los medios de comunicación, su supuesta indignación reclamando indemnizaciones sobre todo teniendo en cuenta que también ellos actuaron, hace unos años, de forma idéntica sin que les importase lo mas mínimo el daño realizado a los sectores agrícolas, ganaderos e industriales.
Explicaremos con algo más de detalle las cuestiones científicas y la reflexión planteadas.
Respecto de los principios de Koch señalaremos que no es suficiente aislar un microorganismo en un individuo enfermo o fallecido para determinar que el microorganismo es el causante de la muerte o enfermedad. Por tanto hasta el momento, de escribir esta editorial, no se conocen suficientes datos para afirmar que los microorganismos indicados sean los causantes de la enfermedad y por tanto es inaceptable exponer, en público, cual es su origen. Como curiosidad el instituto alemán que investiga el caso desde el punto de vista epidemiológico se llama Instituto Robert Koch y los expertos todavía no han sido capaces de ponerse de acuerdo ya que mientras unos atribuyen la causa a E.coli O104:H4 (enterohemorrágico) otros lo atribuyen a E.coli 55989 (entero agregativo) y es posible, por lo tanto, que aparezcan otras causas.
Respecto de las características bioquímicas del microorganismos E.coli O104:H4 enterohemorrágico debe ser productor de verocitotoxina (denominación común de las toxinas Shiga descritas por Kiyoshi Shiga en un caso de disentería por Shigella dysenteriae).El ensayo de comprobación de producción de verocitotoxina requiere de un ensayo sobre cultivos de células de riñón de mono Cercopithecus aethiops y por tanto es prematuro hacer esta afirmación.
Finalmente desde el punto de vista científico debemos considerar la dosis infectiva. Señalaremos que una verdura cruda presenta sabores extraños en caso de haber sido contaminada con material fecal y que el simple lavado con agua o el lavado con agua y un desinfectante (se entiende que los consumidores alemanes tiene hábitos de higiene normales) reducen las posibilidades de altas concentraciones de bacteria con lo que la dosis infectiva raramente llegara a alcanzarse. Ello nos lleva a la necesidad de un estudio epidemiológico y al estudio de otras circunstancias como los cuadros de inmunodepresión u otras enfermedades lo cual nos lleva a su vez a buscar otras posibles causas de la epidemia.
Por tanto desde el punto de vista científico es inaceptable que se acuse a un alimento de un brote epidémico sin estar seguro ni de su etiología ni de su origen y luego decir que no es el origen de esta infección, como en momento no fue aceptable la aplicación de los mismos principios para retirar productos del mercado español.
En cuanto a la reflexión sobre supuestas indignaciones y reclamaciones, de indemnizaciones, a otros países debemos recordar que en muchas ocasiones también las autoridades, que ahora reclaman, han cometido los mismos errores. Los daños causados por la administración española a la industria del aceite español fueron de 120 m de euros y el daño a la industria farmacéutica todavía está por evaluar, mientras que los daños causados a la industria hortofrutícola española se están evaluando en unos 1000 m de euros.
Ahora la cadena ha tenido un nuevo eslabón con el cierre de fronteras de Rusia, a los productos europeos, por el principio de precaución. Parece una broma de mal gusto pero es la consecuencia lógica de una situación grotesca. Los rusos cierran sus fronteras por principio de precaución y los europeos consideran que la medida es desproporcionada y no basada en criterios científicos. Antes los europeos cerraron sus fronteras por principios de precaución y los españoles consideraron la medida desproporcionada y no basada en criterios científicos. Hace 10 años los españoles retiraron productos del mercado mediante una medida desproporcionada y no basada en criterios científicos como demostraron las sentencias de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo. Así pues no nos queda más que darles la razón a todos: españoles, europeos y rusos han tomado medidas desproporcionadas y no basadas en criterios científicos. Todos deberían callar, avergonzarse, pedir disculpas y reflexionar sobre la necesidad de reformar las alertas sanitarias para evitar que en el futuro sigan dándose estas actitudes prepotentes y se proteja la salud pública de forma eficiente, porque recordemos que mientras se desarrollaba el vergonzoso espectáculo han seguido enfermando y muriendo ciudadanos inocentes.
Sea cual sea el desenlace de todos estos despropósitos los perjudicados son siempre los mismos: los ciudadanos enfermos o fallecidos y la industria agroalimentaria.
Mientras los responsables, de estas falsas alertas sanitarias, siguen en la administración correspondiente cobrando cada mes su sueldo, con el dinero procedente de los impuestos de los administrados a quienes han perjudicado o a quienes no han defendido, y usando un argumento o el argumento contrario según del lado de la mesa que les pilla la situación. Por ello junto a la necesaria reforma debería apartarse de la función pública a todos los funcionarios y políticos que han actuado de forma desproporcionada y sin base científica y pedirles responsabilidades legales personales sin que exista el recurso al responsable subsidiario estatal.