Editorial 58: 2016, desregularizar y reindustrializar el sector primario
Los días de descanso, vinculados con las festividades de fin y principio de año, nos lleva en muchas ocasiones a reflexionar sobre tiempos pasados y proyecciones de futuro. Aparte de las preocupantes noticias sobre la evolución de las bolsas internacionales y de los conflictos que han producido millones de desplazados, es inquietante el enquistamiento de la situación de la agricultura y la ganadería en algunos países del Sur de Europa.
En los últimos años se han desmantelado, una tras otra, las industrias del sector (cultivos de cereal destinado a la alimentación animal, plantas de alimentos, granjas de selección genética, granjas de producción, mataderos e industria de transformación) y es insignificante, en comparación a las cadenas internacionales, el número de locales de restauración que comercializa comidas preparadas producidas con carnes o vegetales del propio país.
Se ha abandonado cualquier modelo de crecimiento basado en la investigación y la producción con valor añadido y la economía de estos países ha abandonado el modelo, productivo primario, por el crecimiento derivado de la corrupción, los monopolios disfrazados de oligarquías (desconozco cuál de las dos es peor) y las redes clientelares basadas en la construcción y el despilfarro de los recursos públicos. El resultado ha sido la degradación de la sociedad civil.
Nadie debe extrañarse por tanto de la situación política generada, tras varias elecciones en el Sur de Europa, derivada del descontento de la población ante la desvergüenza en la denominada «res publica» y de que el coste, para los estados, ha sido muy superior a si se hubiese apostado por propiciar proyectos, nacionales o comunitarios, basados en la producción responsable, el desarrollo de nuevos productos y en una real circulación de bienes y productos en condiciones de igualdad de oportunidades.
En nuestra área, del sector primario de la economía, la sociedad percibe a agricultores y ganaderos como gente que produce bajo practicas peligrosas para la salud humana e irrespetuosas para el medio ambiente. En buena parte esta percepción deriva de la opinión pública generada desde los medios de comunicación y desde algunos estamentos públicos nacionales e internacionales.
Mientras fracasan las mesas sobre seguridad alimentaria en la distribución, por falta de asistencia unánime, los agricultores y ganaderos sufren la competencia de los productos producidos en otras áreas de la Unión Europea y de los productos producidos en terceros países que pudieran no cumplir con los requisitos exigidos en el mercado interior. Tampoco hay que olvidar las dificultades derivadas de ciertas legislaciones que prácticamente imposibilitan cualquier iniciativa de nueva instalación. Mientras, las instalaciones existentes, están siendo erosionadas permanentemente por los costes energéticos, por el fundamentalismo medioambiental y una vida urbanita que aleja a la población del agro.
Desde Veterinaria Digital siempre hemos defendido el esfuerzo de agricultores y ganaderos para mantener el campo urbanizado, en expresión de George Pompidou, y deseamos que el nuevo año 2016 pueda cambiar la tendencia e iniciarse una proceso de desregularización y reindustrialización del sector primario como proponía Giorgio Napolitano.