Editorial 41: Criterios para la selección de vacunas
La aparición cíclica de noticias sobre la rabia canina, la gripe aviar o la gripe porcina, por poner algunos ejemplos, reactiva de forma periódica el debate sobre la idoneidad o no de vacunar sistemáticamente animales y personas. En este aspecto debe tenerse en cuenta que impacto tiene la legislacion que limita o prohíbe el uso de vacunas para determinadas enfermedades.
Dejando a un lado los debates ideológicos y demagógicos, que favorecen a algunos pero no a la mayoría, consideramos necesario exponer que debería centrarse la atención en tres aspectos:
(1) Aplicación de los postulados de Koch como criterio de selección.
(2) Uso de vacunas inactivadas.
(3) Implicaciones económicas y sanitarias.
Los Postulados de Koch establecen las condiciones para que un organismo sea considerado la causa de una enfermedad (1.ser aislado de un animal enfermo o muerto, 2.producir la enfermedad al ser inoculado a un animal sano de la misma especie y 3.ser aislado en este segundo animal sin otros gérmenes acompañantes).
En nuestra opinión la mayoría de microorganismos que se aíslan actualmente, de animales enfermos, en las empresas ganaderas o avícolas no cumplen dichos postulados ya que su patogeneicidad está más vinculada a los pases múltiples en animales inmunodeprimidos, por las condiciones ambientales y las micotoxinas, que a su propia capacidad genética de los microorganismos para producir enfermedad.
El uso de vacunas inactivadas no supone ningún riesgo para la salud pública ni de los animales ya que los microorganismos muertos no pueden transmitir enfermedades. Por el contrario el uso de vacunas atenuadas está liberando al campo microorganismos vivos cuya patogeneicidad (atenuada en el laboratorio) puede revertirse en condiciones de campo después de un número de pases, suficiente, en animales sanos.
Las implicaciones económicas y sanitarias de la prohibición de vacunaciones regulares debe tenerse en cuenta. La hipótesis de que la no vacunación es garantía de que los animales están sanos, por la ausencia de mortalidad elevada, no puede considerarse siempre correcta.
La prevalencia de la salmonelosis es un ejemplo clamoroso del fracaso de esta hipótesis que tampoco puede dilucidarse argumentando que la ausencia de anticuerpos garantiza un determinado status sanitario.
A estas tres consideraciones relevantes podríamos añadir una cuarta. Salvo que los estudios epidemiológicos y de patogeneicidad indiquen que se trata de una nueva enfermedad, la experiencia enseña que cuando se prohíbe algo siempre existen desaprensivos aislados o en forma de red organizada, por llamarlos de forma elegante, que intentan convencer a la población de la aparición de nuevas enfermedades causadas por microorganismos exóticos o por recombinaciones de microorganismos existentes que en realidad no suponen ningún peligro real.
Por ello desde esta editorial apostamos por el uso masivo de vacunas inactivadas basadas en microorganismos que cumplen los postulados de Koch y que cubren las necesidades reales económicas y sanitarias de los técnicos de las explotaciones avícolas y ganaderas. Ello evitaría la aparición de islas inmunitarias, de animales no protegidos, y probablemente frenaría la «aparición de enfermedades de nueva creación».