Editorial 33. Reflexiones sobre el uso de proteínas animales transformadas.
El día 02 de enero de este año publicábamos la Editorial 23 con el titulo: «UE… Y ahora las Harinas de Carne» de la que destacamos las cinco siguientes frases:
1. «La estricta normativa actual se originó, hace 15 años por la alarma causada, ante el anuncio de que existía relación entre la encefalopatía espongiforme bovina (ESB) y la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ). Se atribuyeron más de 2.000 muertes a esta enfermedad cuyo presunto agente causal, el prion, se introducía en la cadena alimentaria por el uso de harina de carne procedente, de animales enfermos, en la alimentación del ganado vacuno y al hombre por consumo de carne y tejidos nerviosos vacunos»
2. «En la época se difundieron, en la mayoría de las televisiones estatales del mundo, episodios de algunas series de ciencia ficción o de viajes, que presentaban extrañas enfermedades nerviosas en trabajadores de mataderos de aves y otros animales debido a las contaminaciones así como enfermedades nerviosas en viajeros que probaban determinados platos cocinados con cerebro y otros órganos de animales. Ninguna de estos episodios estaba avalado por ninguna autoridad científica pero la difusión se realizó de forma reiterativa y universal»
3. «La principal operación sanitaria, relacionada con el sacrificio masivo de bovinos se realizó en el Reino Unido, por cuyo motivo este país recibió abundantes subvenciones europeas, en un momento coincidente en el tiempo con la implantación denominado cheque británico y la política agraria común (PAC)»
4. «Las harinas de carne se ha seguido utilizando en la mayoría de los países extracomunitarios sin una alarma sanitaria en estos países”
5. «La eliminación de la prohibición también coincide en el tiempo con el estudio de la eliminación del cheque británico y la reforma de la PAC».
Transcurridos apenas 10 meses, de aquella editorial, la UE esta proponiendo levantar parcialmente la prohibición que, en la práctica, abriría el camino al uso normalizado de harinas de carne en la alimentación de peces, aves y ganado porcino. Paralelamente el Consejo Nacional de la Alimentación francés ha considerado positivamente esta propuesta y tras una larga prohibición relacionada con la crisis de EBS, la Comisión Europea ha redactado un documento que apoya su reintroducción argumentando que, ahora, las principales amenazas para la seguridad alimentaria son la resistencia microbiana a antibióticos y las salmonelas y la reducción de la dependencia que la UE tiene de otras fuentes de proteína como la harina de soja.
En este mismo documento, se habla también del uso de harina de carne (excepto de la procedente de medula espinal e intestinos que es un pequeño porcentaje) y de huesos en alimentación para no rumiantes, como porcino y aves, y se propone rebautizarlas como (PAT) Proteínas Animales Transformadas.
Es decir, aunque ahora se aduzcan otras prioridades y se proponga otro nombre, se propone levantar la prohibición y en consecuencia se acepta, de hecho, de que la legislación era exagerada y contraproducente para la dependencia proteica de forma que se ha dañado gravemente la industria agroalimentaria europea y para la población general de la Unión Europea en la que viven 79 millones de personas por debajo del umbral de la pobreza.
Siempre han existido dudas, y ahora se agrandan, sobre si las medidas ahora anuladas se implantaron de buena fe o habiendo un conocimiento de su ineficacia se implantaron como instrumento de intervención para favorecer a algunos lobbys (perjudicando en consecuencia a quienes no estaban integrados en los mismos) o para que algunos funcionarios (casi nunca de carrera) utilizaran esta plataforma para su enriquecimiento (ofreciendo servicios).
Si las medidas se implantaron de buena fe o como reacción a algún problema de seguridad alimentaria, aunque hayan sido contraproducentes, deberían merecer la reprobación del actual parlamento. Sin embargo si las medidas se implantaron bajo presión, de algún lobby o en busca del intervencionismo y del enriquecimiento personal, el actual parlamento debería perseguir penalmente a sus autores y a quienes se enriquecieron poniéndolo en práctica.»
La Unión Europea necesita una reflexión serena, en muchos aspectos organizativos, ya que como consecuencia del actual déficit público se está demostrando que muchas medidas de corrección dejan al descubierto la innecesaridad de medidas anteriores y cuestionan la veracidad de los argumentos usados en su momento. Es hora de pedir seriedad, profesionalidad y también responsabilidades ante el desastre que padecen los ciudadanos europeos y la creciente sensación de haber sido engañados y estafados para beneficio de algunos.